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2025-03-03 06:00:00

Desde que me acuerdo, la limpieza en las calles y banquetas de las heces de las mascotas ha sido un problema para las autoridades de las ciudades de todo el mundo, ya que se trata de una cuestión no sólo de estética, sino de salud pública.

Tener tirados en las calles los desechos de nuestros peludos amigos, por mucho que sean parte de la familia, es bastante desagradable, tanto por su aspecto, como por su desagradable olor.

Es una verdadera tragedia ir tarde a una cita importante y, por distracción, meter el zapato en detritos de perro recién elaborados, terminando con el calzado no sólo batido, sino impregnado con un aroma que le durará probablemente varios días.

Los excrementos, cuando no son levantados oportunamente, se endurecen y pulverizan, levantándose con cualquier vientecito para ir a posarse en todo tipo de superficies e incluso alimentos que se estén preparando cerca.

Recuerdo que, en España, surgió una organización que promovía que los propietarios de las mascotas levantaran en bolsitas sus desechos para depositarlos en la basura y, así, evitar que causaran males mayores a la salud de los ciudadanos y a la estética de las ciudades.

Como no resultó ser una tarea fácil lograr que las personas tomaran conciencia y actuaran en consecuencia, los integrantes de este organismo decidieron tomar medidas drásticas para conseguir el objetivo: para poder pasear a la mascota debía contar con un registro de propietario actualizado con domicilio y demás señas.

Cuando veían que un perro hacía sus necesidades en las calles y el dueño no recogía la inmundicia, los asociados lo alzaban y se lo enviaban a su casa en una cajita envuelta con un bonito moño, acompañada de una carta que amenazaba con imponer una penalización económica si esto volvía a suceder.

Así como esta cuestión de los desechos de las mascotas producen una serie de problemas sociales, hay personas que producen otros tantos y bastante más graves.

Aquellos que comercian con productos que dañan la salud de las personas, incluso de los niños y jóvenes de nuestro país, son, no como las mascotas, sino como los desechos que éstas producen y es necesario sacarlos de las calles, de las ciudades y del país.

Habrá probablemente quienes intentarán defender los derechos humanos de estos personajes, pero habría que preguntar antes si quien atenta contra la salud de la niñez y la juventud de una nación puede considerarse como parte de la raza humana.

De manera que ninguna lucha emprendida para detener este tipo de actividades es inútil, aunque no se obtengan los resultados que se esperan, menos aún después de seis años de abrazos y apapachos para los clanes criminales, a cambio según investigaciones periodísticas publicadas recientemente, de cuantiosas cantidades de dinero recibidas a lo largo de más de dos décadas.

Se sabe que en el país vecino están los grandes consumidores de drogas que generan un mercado que requiere ser abastecido y de ahí la proliferación de las bandas del narcotráfico en nuestro país. Con la política del nuevo gobierno de allá, hace unos días fueron extraditados un puñado de lo más granado de los cárteles criminales que estaban ya detenidos aquí.

Fueron enviados en un bonito avión de la Armada de México adornado con un moñote. Esperemos que los gobernantes y políticos que han contribuido a sostener los abrazos en vez de los balazos sigan por el mismo camino.

Así sea.

X: @benortegaruiz

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