El lago Chapala es un ecosistema de enorme importancia, no sólo para las personas que se benefician de su agua, paisajes y clima sino también para cientos de especies de plantas y animales que dependen de este ecosistema para conseguir refugio y alimentación. El ejemplo más visible es de las aves, cuya variedad es apabullante: patos, garzas, gallinas de agua, volteapiedras, monjitas, águilas pescadoras, pelícanos, halcones, ibis… un total de 307 especies distintas, que van desde ejemplares tan pequeños como un dedo (los colibríes) a enormidades de dos metros con las alas desplegadas, como el pelícano gris y el famoso pelícano blanco o borregón.
Este último es famoso por el espectáculo que brinda al agruparse en parvadas de decenas o centenares de animales, que reposan tranquilamente sobre el agua o surcan el cielo con aleteos de poder. Se trata de una especie migratoria, que viaja desde Canadá y reposa en el área antes de continuar viaje a Centroamérica (o viceversa). No es la única ave viajera: la acompañan playeritos, de talla pequeña y fáciles de observar, pues gustan de patrullar las orillas del lago en busca de alimento; gansos y patos, varios de ellos en condición de amenaza o en peligro de extinción, e incluso un halcón, el peregrino, el plumífero más veloz del mundo, que alcanza 400 kilómetros por hora al caer en picada. Las aves juegan un papel importante en la dinámica del lago y las interacciones que se dan entre ellas y el vaso lacustre son amplias y complejas.
En el lago hay presencia de aves durante todo el año, pero son más abundantes en otoño-invierno (noviembre a marzo). Desde hace más de una década se realiza un conteo invernal, que en algunos momentos ha reportado hasta 50 mil ejemplares (para el conjunto del espacio lacustre), las cuales componen un espectáculo digno de admirar. Sin embargo, las actividades de observación de aves son muy pocas, debido a la pobre apreciación de los habitantes y visitantes al respecto.
Desde 2010 se organiza el Festival de las Aves del Lago Chapala, que busca incrementar el interés público sobre este grupo de fauna, a través de talleres educativos, actividades culturales y académicas, así como observación de los animales en sus espacios naturales. El festival se llevó a cabo durante cinco años consecutivos, pero lamentablemente no pudo realizarse en 2015 por falta de respaldo institucional. Sin embargo el proyecto se retomará en 2016 con un esquema organizativo distinto, para seguir dando a conocer el valor e importancia de estos majestuosos embajadores alados.
*Alejandro Juárez .Consultor internacional en conservación y manejo ambiental; Director del Instituto Corazón de la Tierra.
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