Pi�atero: un oficio que no se extingue

2015-12-19 19:42:33

DE FAMILIA. Los Alaniz, padre e hijo, muestran una de sus creaciones. (Foto: Priscila Hern�ndez Flores)

Lujuria, soberbia, gula, pereza, envidia, avaricia, ira: todos los pecados capitales lo rodean. Cada uno está simbolizado en los picos de la piñata en forma de estrella que los franciscanos usaron para evangelizar. José Antonio Alaniz Gutiérrez cuenta la historia de la piñata hasta llegar a esos diseños extraños que crea.

“Lo más raro es un corazón atravesado por un pepino. Una chica cumplía meses de novia con su novio; como se conocieron comprando pepinos, le mandó a hacer esa piñata”, recordó. Y es sólo una de las tantas piñatas que ha confeccionado para cumplir los gustos de sus clientes. En un país como México, quebrar a palos es parte del festejo que incluso ayuda a liberar la rabia.

Entre esas creaciones curiosas está la de una piñata que pidió un hombre que recién había perdido una demanda contra su ex esposa. Ella se negó a la construcción de una oficina en su jardín, donde estaba un árbol que había plantado su padre. Una mujer abrazando un árbol fue la piñata que José Antonio entregó a ese cliente que después de perder el juicio así se desquitó.

La mesa de trabajo de este piñatero da a la calle Jesús García 1000 con esquina Cruz Verde. Desde ahí ve la ciudad y es testigo de cómo las tradiciones se transforman. Antes eran piñatas en forma de zanahorias, rabanitos, sandías, gallinas, pericos y perritos. Desde que la televisión llegó, todo cambió.

Las modas en piñatas

“Las películas y la televisión influyeron. La primera piñata que hicimos fuera de ese contexto como relojes y sandías fue Batman en los años 60, todo el día era Batman; después vino Topo Gigio. Van cambiando las modas”, describió. La única vez que tuvieron problemas con el diseño fue con Marvel, empresa que decomisó piñatas del Hombre Araña, pero por suerte nunca llegaron a su negocio a confiscarlas.

Antes hacían las piñatas con carrizo, cántaro, alambre y madera para formar el armazón. Ahora los clientes lo buscan poco y hay poca fabricación del cántaro de barro. “Las mejores piñatas son las que tienen cántaro, porque cuando suena es cuando viene la emoción”, confesó este piñatero, aunque reconoció que la mayoría ya son de cartón.

Una fotografía en blanco y negro de su madre, quien en 1948 empezó a hacer piñatas, lo acompaña mientras él continúa con la tradición a sus 64 años de edad. “¿Quién le enseñó a ella a hacerlas?”, “La necesidad fue su mejor maestro”, respondió.

Su hijo José Antonio lleva con orgullo el apellido Alaniz, conocido en la ciudad por ser de familia de piñateros. Este joven es el responsable de hacer las piñatas de grandes dimensiones como maquinaria pesada. La familia Alaniz da vida en forma de piñata a cualquier diseño.

Un recipiente con engrudo, papel de china y papel crepé son sus herramientas de trabajo, pero sobre todo noticias viejas. José Antonio Alaniz sabe que sin periódico no hay piñatas. Por eso, quizás, estas letras sirvan para envolver el cuerpo de la próxima piñata en forma de tortuga, estrella o de cualquier diseño extravagante que le pida un cliente.

 

 

HJ/I

 
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