Conservan l�dica tradici�n artesanal

2015-12-22 20:12:52

PERICIA E IMAGINACI�N. Materiales reciclados terminan en este tipo de creaciones. (Foto: Jorge Alberto Mendoza)

“Me gusta mucho mi tienda. Mi hijo, que estudia Administración de empresas, me dice que cambie de giro, pero yo estoy en el rescate de lo tradicional. Tengo muchos años y amo mi trabajo. Nos mantenemos, estamos en la lucha y a mí me encanta, yo amo a mi tienda aunque no sea tanto un negocio”.

Así se refiere Martha Patricia Aguirre Cordero sobre su tienda Juguetes Mexicanos, ubicada en el barrio de Santa Tere, en Guadalajara. Preservar la nostalgia por los juguetes tradicionales mexicanos, como yoyos, baleros, trompos, muñecas de trapo o loterías es la motivación que impulsa a mantener este establecimiento abierto al público, a pesar de una actualidad alejada del optimismo.

Aguirre acepta que las ventas de estos juguetes del ayer “han disminuido en general”, pero el dinero que se gana le alcanza para el sustento diario. “Me mantengo, pero así que tú digas que me hago rica con esto, pues no. Es mucho por amor al arte. La tienda da para comer, la gente está muy feliz con la tienda y yo también. Mientras esté yo, voy a conservar lo que tengo”.

Juguetes Mexicanos se especializa en preservar una arqueología de lo lúdico. Patricia Aguirre suele viajar a estados como Oaxaca, Guanajuato, Michoacán o Chiapas para rescatar juguetes en peligro de extinción. Así, en la tienda se pueden encontrar escalerillas y luchadores hechos con madera de coralillo, trenes hechos de hojalata, muñecas de trapo echas con cola, pegamento elaborado de los esqueletos de los pescados que nos comemos.

Igualmente, el establecimiento recibe al cliente con calaveras oaxaqueñas y tonaltecas que mueven las manitas al jalar de una manivela; con máscaras de rostros serios utilizadas en la Danza de los Parachicos en Chiapas; alebrijes hechos a mano y de madera, que representan animalitos, diablitos y monstruos, muñecas tarascas y máscaras hechas con caparazón de armadillo y pelillos de puerco espín.

Una de las dificultades que han contribuido al panorama actual de estas diversiones del pasado es la predilección de los niños y jóvenes por los juegos electrónicos, el Internet, los celulares y las tablets. No obstante, Aguirre cree que el hecho de que los niños no disfruten de un yoyo o de una muñeca hecha con hoja de tamal se debe también al desconocimiento y falta de promoción por parte de los padres, quienes han dejado de jugar con sus hijos y les regalan juguetes para mantenerlos entretenidos, no para interactuar con ellos.

“Si conocieran estos juguetes, los querrían, se trata de una labor a nivel familiar. Si usted le regala a su hijo un yoyo, un trompo o un balero, va a jugar con él, le va a enseñar a usarlo y lo sacará un rato de la computadora y de los juegos electrónicas, y por supuesto que agarrará el interés”.

La juguetería tiene 23 años de existencia. Al principio vendían juguetes didácticos para las escuelas, pero luego se combinó con la venta de juguetes tradicionales del país.  A esta persistente lucha por alejar del olvido el ocio de la infancia de los padres y los abuelos, se añade una labor artesanal prolongada. El esposo de Patricia Aguirre trabaja la madera y realiza juguetes con este material reciclado de muebles viejos. También emprenden talleres de pintura para los niños, principalmente en Colomos.

Juguetes Mexicanos sobrevive pese a las altas rentas de los locales, que apenas permiten sacar utilidades para la viabilidad del negocio. Aguirre señala que los precios de renta, de 5 a 10 mil pesos al mes, impiden sostener un negocio más enfocado al pasado que a las necesidades primarias de la gente.

“A duras penas se ha sobrevivido, porque están muy duras las rentas, los gastos fijos. Andaba en ferias y exposiciones para conservar la tienda”, comentó. Aguirre mencionó que sus hermanos la apoyan con los gastos para mantener con vida el local. “Si yo pagara la renta, ya hubiera quebrado desde hace tiempo”.

Otra batalla emprendida durante más de dos décadas es la competencia desleal de juguetes baratos hechos de plástico, principalmente los de fabricación china. Los precios más bajos de la mercancía del país asiático casi dejan en la quiebra a Patricia Aguirre. Pero sobrevivió, otra vez. Ella actualmente nota un mayor compromiso de los compradores por adquirir calidad, y no sólo cosas baratas.

Como no se vende mucho en el local, Patricia Aguirre ha buscado entrar a ferias artesanales y eventos públicos para vender más y mejor sus juguetes. Pero los espacios para exponer los productos se encarecieron.

“Iba mucho a ferias, pero empezaron a subir de precio”, señala Aguirre. La artesana puso como ejemplo la participación que tenían ella y su esposo en Papirolas, donde los niños veían cómo se hacían los juguetes de madera y les enseñaban a pintarlos y decorarlos. Pero los cobros ahuyentaron la presencia en lugares como Expo Guadalajara, la Feria Municipal del Libro y otras plazas.

“Todo lo que ganábamos lo pagábamos para el stand. No nos convenía, puro trabajo y no ganamos”, contó Aguirre, quien aseguró que los costos se elevaron desde 5 mil a 40 mil pesos. Ha intentado buscar apoyo social y gubernamental, pero ya ha desistido. “Ya no vamos a ninguna feria. Es un dineral lo que piden”.

“Me voy a morir con la tienda”, asegura Aguirre, mientras en el lapso de la entrevista, un padre le compra un balero y una muñeca a su hija, y una monja le compra unos juguetes de madera. Vale la pena preservar los recuerdos.



Para visitarla

La juguetería se ubica en la calle Iturbide, entre Juan Álvarez y Manuel Acuña, en Santa Tere.



“Si usted le regala a su hijo un yoyo, un trompo o un balero, va a jugar con él, le va a enseñar a usarlo y lo sacará un rato de la computadora”

Patricia Aguirre, dueña de Juguetes Mexicanos

 

DN/I

 
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