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(Foto: Grisel Pajarito)
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Orgullo y distinción adquieren quienes representan durante ocho días la tradicional Pastorela de Tateposco. De generación en generación el legado va pasando cada año y todo es para complacer al Niño Dios. La figura religiosa recorre la noche del 1 de enero las calles de la población acompañada por quienes emulan ser toros. Cientos de personas se recuestan para que la imagen pase sobre ellas, así refrendan su protección contras las enfermedades.
HJ/I
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