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TRADICI�N. Aunque los locatarios confiesan que la afluencia ha bajado, lo cierto es que la gente del barrio a�n identifica al espacio como mercado elotero. (Foto: Jorge Alberto Mendoza)
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Un elote cocido con limón, sal y chile o con queso y crema, ya sea en granos o con en la mazorca completa, o por qué no y si lo prefiere uno asado al carbón, se puede encontrar en el Mercado Ayuntamiento, mejor conocido como el Mercado de los Elotes en el barrio de Analco.
Las bodegas de alrededor del recinto están llenas del cereal aún con sus hojas y cabellos cubriéndolos para ser vendidos al por mayor y hasta de dos que tres docenas a los compradores, que llegan todos los días a partir de las cinco de la mañana y hasta cinco de la tarde.
En algunas temporadas los mismos locales pueden ofrecer algunos productos creados con elote, como el tradicional atole calientito, los tamales dulces o salados (y de varios ingredientes), hasta el champurrado y más adentro, en los locales, un rico pozole, gorditas, sopes y hasta tortillas hechas a mano. Todo un paraíso del elote.
Cómo pasan los años…
El Mercado de los Elotes, como comúnmente se le conoce, está en la manzana que crea el cruce de 28 de Enero, Cuitláhuac, Nardo y Antonio Bravo, justo detrás del centro cultural Patio de los Ángeles y el Templo de San Sebastián de Analco, en uno de los barrios más tradicionales y antiguos de Guadalajara.
Construido en 1940, pero en función desde siglos atrás cuando los indígenas del lugar se reunían para vender e intercambiar sus productos, se formalizó con la edificación de las bardas, la colocación de los portones (cuyos originales aún permanecen en los ingresos) y la división de locales que deja al centro una pila para suministrar el agua a los vendedores.
Durante la década de los 70, el mercado recibió una transformación, ya que dejó de estar descubierto y le colocaron techo de lámina de asbesto, las puertas de madera fueron sustituidas por cortinas de acero y el sistema de drenaje también recibió una intervención, aunque a decir del señor Ramiro Macías Hernández, dependiente de uno de los locales del interior del mercado, esto último “no sirvió de nada” porque “no tenemos agua en las llaves, a medio mercado había una pila con una fuente y de ahí se surtía cada quien para sus menesteres”.
Los elotes llegaron poco después, los puestos en el exterior fueron en los primeros años de distintos giros, pero con el fin de ser base para la distribución de la verdura pronto tuvo éxito en la ciudad y las bodegas se comenzaron a llenar del producto.
“Antes eran de diversos giros y tuvo un auge tan grande que se hicieron la bodegas de elotes, se trabajaba las 24 horas, todo el día y la noche. Ahora ya empezaron a decaer, como ya empezó a crecer Guadalajara, la gente que venía de las colonias lejos por sus 100 ó 200 elotes” ya no viene, porque ahora “se los llevan a diferentes colonias… desde ese tiempo comenzó a bajar en la cuestión comercial”, agregó don Ramiro.
Cambió el ambiente y cambió el lugar
Lo tradicional ahora son los elotes. Esa verdura que nace en vainas y que cuando se prueba, ya cocido, suelta el agua que lleva dentro para complacer al paladar. El alimento de fácil digestión, base en la comida mexicana y representativo desde tiempos mesoamericanos, es lo que distingue al mercado.
Sin embargo, el Mercado Ayuntamiento ha tenido dos momentos que le han afectado en sus ventas, según lo que comentaron para NTR algunos locatarios. El primero fue la apertura de la nueva central camionera en Tlaquepaque, lo que dejó a la ubicada a unas cuadras como la segunda opción de la ciudad. Después las trágicas explosiones del 22 de abril de 1992, en la misma colonia.
“Este mercado creo que es uno de los que tiene menos afluencia. En primer lugar es de barrio y ya no hay barrio aquí”, compartió don Ramiro Macías Hernández, “el barrio se acabó desde la explosión en Gante, en toda esa calle eran puras vecindades, apartamentos y casas habitación y era gente que venía al mercado, ahora se convirtió en zona de talleres exclusivamente y bajó, desde antes, desde que se fue la central camionera cuando le decíamos El San Juan de Dios chiquito, trabajábamos hasta tarde, hasta enfadarse de vender”, recuerda.
Los habitantes de la zona, que cada vez es menos barrio, son los asiduos al lugar para surtir su despensa y comprar alimentos del día, pero aun así los pasillos del mercado suelen verse comúnmente vacíos.
Para el señor José Guadalupe Olmedo Rosales, que tiene más de 50 años como vendedor en el lugar, una de sus quejas es que los locatarios externos dejan la basura de los elotes y no permiten estacionarse a los compradores que no sólo llegan con ellos, sino al interior del recinto.
Mientras que para Salvador Gutiérrez, que cumple más de 35 años en el local de su padre, la distribución del elote ha bajado porque algunos vendedores del mercado se han cambiado por la avenida 8 de Julio y la colonia Jalisco para ofrecerlos allá, de ahí que cuando llegan sus surtidores con producto también los llevan para aquellos otros sitios de la ciudad.
En cuanto a la basura, explicó el vendedor de elotes, son en su mayoría hojas y mazorcas desgranadas, que se las llevan algunos ganaderos para alimentar a sus ganados, de tal forma que se reutilizan y no se pierden.
En promedio el elote, según la temporada, se vende en el mercado a 3 pesos cada uno. En total existen casi 30 locales que están en la parte externa del lugar, que son los que se dedican a vender el alimento; más de 15 de éstos son bodegas que almacenan el elote para tener durante la semana o para ofrecer a los compradores al por mayor.
Así, en cualquier temporada y en todos los días del año, el mercado siempre ofrece frescos y deliciosos elotes mexicanos.
Entérate:
Los elotes que se ofrecen en el Mercado Ayuntamiento son traídos desde Sonora, Nayarit y del propio Jalisco. Además, durante algunas temporadas también se venden guasanas y cacahuates, ya sea crudos o cocidos.
DN/I
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