El gobierno de Enrique Peña Nieto debe prepararse para una revolución silenciosa: los miles de ciudadanos que están firmando la llamada Ley 3de3.
La iniciativa ciudadana, que se presentará en el Congreso cuando se reúnan 120 mil firmas (y, sí, es “cuando se reúnan”, no “si se reúnen”) es una legislación contra la corrupción, aparte de exigir que toda persona que ocupe un cargo de elección popular deberá hacer pública sus declaraciones fiscal, patrimonial y de intereses.
Hay un antecedente igualmente potente a nivel local: la arrolladora victoria de Pedro Kumamoto en el distrito 10 de Zapopan. Fue un triunfo logrado a nivel de calle y de redes sociales, en que el dinero gastado en la campaña fue poco y el entusiasmo de los participantes, impresionante.
Pero el fenómeno Kumamoto era invisible para los poderes establecidos y los partidos políticos. De no haber existido esa candidatura independiente, lo más probable es que en el Distrito 10 hubiera arrasado Movimiento Ciudadano. Nadie se dio cuenta de lo que ocurría hasta que fue demasiado tarde.
Ocurre lo mismo con la Ley 3de3. Una firma a la vez, se están juntando miles. Ya se organizó (idea genial) personas que juntan 10 firmas y “nominan” a dos más para que junten a su vez otras 10. Una especie de estructura piramidal que tendrá un final impresionante.
Lo que impacta igualmente son las imágenes en redes sociales de las personas “presumiendo” sus firmas, sea en lo individual, con amigos, o con familia. Y ayuda mucho que no hay tinte ideológico: en un país en que miembros de todos los partidos políticos han medrado del poder, ni uno se salva. El que firma la iniciativa puede ser de izquierda o derecha, estatista o liberal. Pero todos están a favor de algo: la transparencia, y en contra de algo: la porquería de la corrupción.
El presidente Peña Nieto haría bien en estar listo para esa revuelta silenciosa que está por estallar. Su gobierno no se ha distinguido por la transparencia, y son muy significativas las sospechas de corrupción que pesan sobre su persona y allegados. Y ahí aplica el dicho sobre la mujer del César: no es sólo ser honrada, sino parecerlo.
Lo ideal sería una adopción por parte del gobierno (y del Partido Revolucionario Institucional) de la Ley 3de3 en sus términos actuales. Un apoyo abierto e incondicional. Pero se vale soñar: es altamente improbable que los políticos voten contra la posibilidad de meter los dedos en la caja del dinero público. Y será entonces evidente que sus intereses son opuestos a los de aquellos que alegan representar.
Ojalá la Ley 3de3 se apruebe pero, de lo contrario, habrá logrado un triunfo notable: encuerar a los políticos en su podredumbre y ambición de seguir medrando.
Más vale que Peña Nieto, entre muchos, sea consciente de que esta masa de personas que se alza en silencio tendrá muy en cuenta el abierto desprecio por su firma.
*Doctor en Economía. Profesor investigador del ITESO. Investigador Asociado del CEEY. Ex funcionario del FMI
[email protected] / @econokafka
|