La fortuna tiene varias acepciones o significados, por un lado se relaciona con los bienes materiales que adquiere una persona, su dinero, sus inversiones, propiedades; por lo tanto, fortuna se relaciona con éxito, honores, distinción.
Se dice que un individuo es afortunado cuando goza de alguna dicha o felicidad. Educadores y padres de familia quisiéramos que nuestros hijos, por lo tanto fueran afortunados en toda la extensión de la palabra: poseedores de bienes materiales, honores, éxito, distinción, felicidad.
Por fortuna, también entendemos el sinónimo de suerte o azar, que significa toda relación de causa y efecto en la cual no existe ninguna intervención del ser humano, casualidad pudiéramos considerar. Es aquí donde radica mi reflexión. La suerte existe en los juegos de azar, como cuando se tiran los dados o se juega a la baraja y a la ruleta. Aún ahí, la probabilidad juega un papel importante y la gente de seguridad que maneja los casinos y observa al crupier lo sabe.
Estudian y contabilizan las repeticiones buscando que la forma de tirar los dados, la manera de repartir o barajar las cartas o el estado de la ruleta no interfieran en los resultados. Suerte y fortuna, aunque sinónimos tienen para efectos de educación una enorme diferencia.
La pregunta surge entonces: ¿podemos educar a nuestros hijos para que alcancen el calificativo de afortunado?
La respuesta es positiva. Podemos y debemos educar a nuestros hijos para que consigan que las circunstancias de la vida queden alineadas y den la combinación perfecta para alcanzar las metas que se han propuesto. Desde luego que los desafortunados y los que no logran el éxito murmurarán con cierta envidia: “qué suerte tuvo”.
Existen dos posturas, ejercicios o acciones que debemos procurar que nuestros hijos adquieran como un hábito de vida. Lo primero es educarlos para que persigan las oportunidades, que se vuelvan constantes, incansables y apasionados cazadores de lo que desean lograr en su vida. Que estén en el lugar adecuado para lo que persigue o pretenden. Parece una recomendación simple pero es fundamental. Debemos estar justo en el lugar, en el momento y con las personas que nos brindarán las oportunidades.
La segunda postura o convicción es tener la capacidad para aprovechar la oportunidad que se presentará con nuestra constante búsqueda. Tener la capacidad es poseer las competencias necesarias para desarrollar la tarea o el reto que se presente.
Hoy vivimos en la sociedad del conocimiento en donde nunca antes había sido tan fácil y económico aprender gracias a Internet. Los jóvenes principalmente, han encontrado la manera de aprender a través de tutoriales que encuentran con facilidad en la red. El conocimiento nunca antes había sido tan democrático como hoy.
La suerte y la fortuna entonces, desde este punto de vista, sí existe: buscar la oportunidad hasta que esté frente a nosotros y entonces hacerla nuestra con base en el conocimiento y la destreza. Conforme los logros se vayan dando, las oportunidades y ofrecimientos se irán incrementando y, con ello, la experiencia en las funciones. Esto se volverá una espiral que se irá elevando hacia el éxito, precisamente hacia la fortuna.
Eduquemos a nuestros hijos y nuestros estudiantes en esta convicción de que conocimiento, habilidad y búsqueda consciente, ordenada y sistemática de oportunidades nos dará tarde o temprano la clave del alineamiento del logro que se pretende. La fortuna estará de su lado.
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