Quizá el formato del debate académico al que convocó la Universidad de Guadalajara no permitió más intercambio de ideas y comunicación entre los cuatro candidatos punteros que compiten por la alcaldía de Guadalajara, pero quizá tampoco habría servido de mucho. Las críticas y alusiones personales se repitieron hasta el cansancio y las propuestas no fueron diferentes a otros ejercicios de discusión que ya han sostenido los aspirantes en anteriores foros.
Quizá las universidades debieron plantearse un calendario de debates temáticos para los candidatos, para discutir puntualmente y en específico cómo es que harán que la Policía de Guadalajara se convierta en una corporación cercana a la gente o cómo podrán implementar alternativas de movilidad. Pero esta ocasión, como en anteriores, tuvieron apenas tres minutos para lanzar iniciativas en torno a la gestión de la administración pública, a la coordinación metropolitana, a las finanzas y los servicios municipales, que no dan mucha luz de cómo podrán llevar a cabo sus propuestas de llegar a la presidencia municipal.
Quizá lo que llamó más la atención no fueron las dos horas de monólogos de los cuatro aspirantes: Celia Fausto (PRD), Alfonso Petersen (PAN), Ricardo Villanueva (PRI-PVEM) y Enrique Alfaro (MC), sino lo que ocurrió afuera. Las batucadas y gritos de apoyo hacia el priísta le dieron un tono distinto al encuentro, también la presencia del aspirante del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Jesús Burgos, con su reclamo por no haber sido invitado al debate y, quizá, lo fue también la llegada a la escena de un enmascarado como el ex gobernador panista Emilio González Márquez.
Lo que es seguro es que muchos automovilistas, sin saber lo que pasaba dentro del Paraninfo Enrique Díaz de León, se molestaron por la invasión de carriles de los simpatizantes de Villanueva y por la lenta circulación de las camionetas de Morena, que con altavoz instalado, no dejaban de reclamar la parcialidad de la casa de estudios por haber invitado sólo a cuatro de los nueve aspirantes a la presidencia municipal de Guadalajara.
Lo que queda claro es que este ejercicio pareció una repetición de encuentros anteriores, pero también sirvió para demostrar que los candidatos no se salen del guion, que no reaccionan distinto ante audiencias que no son las mismas. Es decir, Enrique Alfaro no respondió a los ataques directos en torno a su relación con Emilio González Márquez, pero Villanueva tampoco aclaró con precisión su postura frente a las acusaciones en torno al magistrado Leonel Sandoval, papá del gobernador del estado de Jalisco.
En ese escenario, pareciera que a los aspirantes les cuesta puntualizar, aclarar cómo es que van a conseguir recursos para pagarle mejor a los policías, cómo se coordinarán con otros Municipios de distinto color para establecer políticas públicas de seguridad o medio ambiente, o de dónde van a sacar dinero para mejorar las luminarias y las banquetas. Por eso, este encuentro parece una reunión de frases retóricas, que no tendrán destino útil cuando alguno llegue a gobernar. Parece que el ejercicio queda ahí, para la anécdota, para la foto, para los encabezados de hoy, pero no para que los ciudadanos tengan elementos de claridad para definir su voto este 7 de junio.
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