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Doble vida. El actor comienza su trabajo en teatro y se parte en dos para acudir a los llamados de cine. (Foto: Especial)
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El actor mexicano Rafael Inclán, quien tuvo una activa participación en las películas de ficheras, consideró que el objetivo de ese género era divertir a la gente, estaban dirigidas a un público reducido.
Inclán inició su trayectoria en el teatro y posteriormente llegó a la pantalla grande con la cinta Las golfas, dirigida por Fernando Cortés, en la que tuvo una pequeña participación que marcó su incursión en el cine de ese tipo, naciente en la década de los años 70, reseña un comunicado.
En una entrevista que el actor dio al periodista Fabián Polanco, publicada en el libro Cine mexicano del 70. La década prodigiosa, señaló que empezó en el teatro porque no creía que fuera funcional para participar en películas, pues era muy inseguro.
“En el teatro estás más protegido porque no te ves a ti mismo, sino a la gente, y el cine ya es otra cuestión. En el cine empecé a trabajar de manera formal con Guillermo Calderón como productor de dos cintas, tan satanizadas, que les llamaron de ficheras”.
“Eran lo mismo que en las películas de rumberas, en las que todas convivían en los cabarets”, continuó el actor de películas como Mujeres de cabaret, Noches de cabaret y Las cariñosas, entre otras.
La primera película del llamado cine de ficheras en la que participó Inclán fue Bellas de noche, rodada en 1975 por Miguel M. Delgado, la cual contó con la participación de Sasha Montenegro, Carmen Salinas, Eduardo de la Peña, Víctor Manuel Castro, Pancho Córdova y Raúl Chato Padilla, todos ellos actores de teatro de revista y carpas.
En la cinta tuvo un personaje pequeño, y dijo que el aumento de apariciones en cintas posteriores se lo ganó por su talento y deseos de hacer una carrera en el cine mexicano.
“Los llamados eran como siempre, a las siete u ocho de la mañana, pero como nosotros trabajábamos en teatro llegábamos a las diez de la mañana y, al salir en las noches nos íbamos a trabajar porque teníamos temporada”, detalló.
Agregó que “en esa época Alfonso Zayas fue el taquillómetro de oro por muchos años, el que más vendía. Yo iba en segundo lugar y luego Lalo El Mimo”.
Explicó que todos los cómicos que estaban en las cinta iban de hacer teatro ligero que posteriormente se transformó en películas. “Fue el paso lógico del teatro de ese tipo al cine. Ese estilo de teatro no era tan criticado como el cine, porque iba dirigido a un público más reducido”.
El productor Guillermo Calderón llevó al cine lo mejor del teatro, los comediantes y las vedettes que estaban en los cabarets; había bailarines que eran verdaderas estrellas. “Era un mundo nocturno con más vida y más trabajo para los actores”, recordó.
Además de su participación en ese género, Inclán también se introdujo en otros proyectos en teatro y televisión, lo que le permitió no ser víctima directa de la censura de aquel momento.
“Nos veían de arriba a abajo, pero lo que sí tenían que reconocer es que esas películas se pagaban en una semana. Claro que eran presupuestos mucho más baratos que los actuales. Era el cine nuestro, el cine de barrio”.
“Para los que hacían cine de otro estilo ponía dinero el gobierno o el Banco Cinematográfico; a nosotros nos veían así porque ellos hacían cine de mucha calidad, pero el nuestro era el que el público iba a ver”, señaló.
“Nuestro cine era más barato de producir, es cierto, y se producía más. Era tan barato que desapareció. Nos lo comimos y acabamos todos, incluyendo el mismo público”, concluyó.
DN/I
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