El voto es la herramienta de participación ciudadana más consolidada en México y se puede ejercer de distintas formas. De cara a la jornada electoral del próximo domingo vale la pena detenerse a reflexionar sobre los distintos tipos de voto que existen y que los ciudadanos pueden utilizar.
En primer lugar se tiene el voto duro, que es el voto que los militantes y simpatizantes de cada partido político otorgan de forma automática al candidato del partido de su preferencia. El voto corporativista es aquél en que los miembros de una corporación o agrupación de personas otorgan en bloque a un determinado candidato o partido político. El voto ideológico se da cuando un ciudadano vota por un partido porque representa la opción ideológica con la que se identifica más, por ejemplo, de izquierda o de derecha.
Se puede votar a favor del partido que se encuentra actualmente en el cargo por considerar que ha hecho un buen trabajo. Por el contrario, el voto de castigo se presenta cuando el votante considera que el partido que está al frente de la administración hizo un mal trabajo y por lo tanto decide castigarlos y retirarles su voto.
El voto dividido se presenta cuando un elector vota en una misma elección por candidatos de diferentes partidos políticos para diferentes puestos. El voto útil se usa para sacar al partido que está en el cargo en ese momento. Con ese fin, aun cuando normalmente no lo harían así, el votante le otorga su voto a la opción que tiene las mejores posibilidades de ganar.
El voto inercial se da cuando los ciudadanos votan en automático por la opción por la que han votado siempre, sin hacer un mayor razonamiento de su voto. El voto ganador se da cuando los ciudadanos votan por el candidato que los medios de comunicación dan por vencedor, porque el ciudadano quiere estar del lado ganador y no del perdedor. El voto contextual se da cuando se decide votar en función del momento político que se vive en general.
El voto personalizado o por el candidato se presenta cuando un ciudadano vota por un candidato en particular porque le parece la mejor opción, independientemente de que jamás votaría por el partido político que lo está postulando.
También hay formas de utilizar el voto que representan delitos electorales y deben ser denunciados. El voto de hambre se genera aprovechándose de las carencias económicas de ciertos sectores de la población. Se da cuando los votantes se comprometen a otorgar su voto a cambio de una dádiva como una despensa o dinero en efectivo. Otro caso es el voto de miedo, que se presenta cuando el elector emite su voto motivado por una serie de temores, intimidaciones o amenazas. Por ejemplo, cuando se amenaza con perder la fuente de empleo si determinado candidato pierde.
Existen formas de utilizar el voto que pueden ser consideradas como un acto de protesta. Un ejemplo es el voto en blanco, que se da cuando el elector deposita su voto en la urna sin haberle hecho ninguna marca. En México el voto en blanco no tiene ninguna consecuencia jurídica, simplemente no cuenta. Sin embargo, existen democracias en las que si gana el voto en blanco la elección se tiene que repetir con candidatos diferentes.
El voto nulo se presenta cuando un votante marca dos o más opciones de la boleta, o si no se puede determinar con claridad la intención de su voto. Resulta difícil determinar con exactitud cuántos votos nulos son efectivamente una protesta y cuántos son simplemente errores de los electores.
Por último se tiene el abstencionismo, que es simplemente no acudir a las urnas y no votar. El abstencionismo también se puede interpretar como una protesta contra los partidos y los candidatos. También se puede deber a la falta de interés de los ciudadanos para participar en la jornada electoral.
Desde este laboratorio hacemos un llamado a los lectores para que participen en la jornada electoral del próximo domingo. Sea cual sea el sentido de su voto, es importante que se razone con detenimiento y se ejerza con responsabilidad. Pero sobre todo, es fundamental hacer uso de las herramientas de participación ciudadana con las que se cuenta.
*David López García es coordinador de Investigación del Laboratorio de Innovación Democrática
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DN/I
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