Entramos a la recta final de las campañas rumbo a las elecciones que tendrán su momento culminante el próximo domingo 7 de junio. A lo largo de las últimas semanas hemos sido espectadores pasivos del espectáculo –a veces ridículo y lamentable– que suele acompañar los procesos electorales. Han sido dos largos meses de ataques, descalificaciones, promesas irrealizables y palabras huecas que han ocupado los tiempos de la radio y la televisión, las páginas de los diarios y los anuncios espectaculares, así como la propaganda política que ha inundado calles y avenidas.
En un ambiente de violencia cruenta, impunidad galopante y escándalos de corrupción hemos observado la pasarela de políticos de todos colores que, con un cinismo inquebrantable, se han transformado ante nuestros ojos –gracias a la magia del fotoshop y la mercadotecnia–, en personajes de cuento dispuestos a hacer hasta lo indecible para conquistar nuestro voto.
Guerra sucia
Si bien es una práctica que prevalece en todas partes –“mal de muchos, consuelo de tontos”, diría mi madre–, no deja de ser lamentable que las campañas hayan sido un chiquero en el que hemos visto revolcarse a los políticos. Inescrupulosos como son, los candidatos han mostrado su habilidad para convertir mítines, debates, discursos y apariciones mediáticas en un lodazal plagado de mentiras y verdades a medias.
El único que no ha visto la guerra sucia es quien tendría que haberla advertido y sancionado, para evitar el cochinero que se hizo patético en la última semana. Como si viviera en otro planeta, el despistado presidente del instituto electoral de Jalisco, Guillermo Alcaraz Cross, dijo hace unos días –con una cómica seriedad– que “no encontramos guerra sucia” pues “solo se presentaron 200 quejas” y eso “no es alarmante”. El reporte elaborado por el ITESO y la UdeG lo trajo de vuelta a la Tierra.
¿Quién ganará?
La guerra sucia se ha centrado en Ricardo Villanueva y Enrique Alfaro, candidatos a la alcaldía de Guadalajara. Villanueva, abanderado del PRI y delfín del gobernador –cuyo cuidado e imagen fueron encargados a dos fieles sabuesos del reino–, y Alfaro, representante de Movimiento Ciudadano, quien dice encarnar una candidatura ciudadana aunque ya pasó por las filas del PRI, el PRD y MC, además de haber recibido el apoyo del ex gobernador panista Emilio González, a quien expulsarán del PAN.
¿Qué tanto afectarán a los contendientes los ataques? ¿Incidirán realmente en el resultado de la elección? Me parece que suponer tal cosa es apostar a la ingenuidad del ciudadano. Pienso que, lejos de ello, el votante es ya un actor suspicaz. Sabe que todos los políticos tienen cola que les pisen e intuye que los dardos venenosos lanzados de última hora forman parte de una estrategia electoral.
Abstencionismo, la clave
Si bien las encuestas ofrecen datos contradictorios respecto a quien será el ganador, todas apuntan a que el enemigo a vencer es Alfaro, lo que explica por qué ha sido el blanco de casi todos los golpes. Movimiento Ciudadano ha mostrado fuerza en Guadalajara, Zapopan y Tlajomulco. Sin embargo, es necesario subrayar que las encuestas no deciden elecciones; con frecuencia, sus pronósticos no se parecen nada, al resultado final de la votación.
Según analistas, las elecciones serán definidas por el abstencionismo. Si el abstencionismo es alto, el beneficiario será el PRI, cuyo voto duro lo puede hacer ganar. En cambio, una votación copiosa daría más margen de triunfo a Movimiento Ciudadano. Todo lo que abone a una baja participación: miedo, duda, decepción –incluido el más reciente episodio del payaso Lagrimita– servirá a la causa priísta.
Las alianzas también son importantes. En la elección de 2012 la alianza PRI-PVEM fue determinante para la victoria de Aristóteles Sandoval, aunque vale recordar que el priísta perdió en Guadalajara, donde Enrique Alfaro ganó todos los distritos.
En juego 2018
El resultado de la elección es relevante de cara a 2018. Un triunfo de Alfaro no sólo generará un factor de riesgo e incomodidad al gobierno de Aristóteles –cuya gestión estará permanentemente bajo la lupa–, sino que en automático lo convertirá en el candidato a gobernador con más altas posibilidades de triunfo dentro de tres años lo que, como hemos visto, el PRI no parece dispuesto a tolerar. ¿Podrá pararlo?
Verba volant, scripta manent
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DN/I
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