Cuesta trabajo escuchar al diputado Guillermo Martínez Mora, candidato del Partido Acción Nacional a la presidencia municipal de Zapopan, quejarse y denunciar que sus correligionarios traicionan a su partido al apoyar a los candidatos del partido Movimiento Ciudadano, particularmente a su candidato a la alcaldía.
Ayer, en rueda de prensa, Martínez Mora declaró textualmente ante los reporteros:
“Exijo que el partido al que he pertenecido y al que voy a pertenecer el resto de mi vida entre a un proceso de reestructuración. Lamento que hoy haya quienes se quieran presentar como ciudadanos si no son más que unos vividores de la política y que lo único que quieren es lucrar con los intereses de la ciudadanía, por lo que no podemos permitir que estas farsas sigan ocurriendo…”.
Y luego añadió:
“La gente exige lo que en Acción Nacional hemos sido por historia y por principios, un partido como el que fundó Gómez Morín y Manuel Clouthier. Esto no sólo debe quedar en procesos de expulsión, también se tiene que solicitar la investigación por enriquecimiento ilícito de los denunciados. La dirigencia del PAN debe recurrir a la Secretaría de Hacienda para que se proceda contra todos ellos”.
Y digo que cuesta trabajo escucharlo decir todo lo anterior, porque sin duda hoy se encuentra en la misma situación que sus compañeros diputados panistas estuvieron cuando él se alió con los legisladores alfaristas comandados por Clemente Castañeda en el Congreso del Estado y cuando estuvo brazo con brazo con el diputado Ricardo Rodríguez Jiménez, hermano del regidor Gerardo en contra de quien tronó ayer.
Martínez Mora exigió para sus correligionarios que salieron del clóset y apoyan abiertamente al partido Movimiento Ciudadano, lo mismo que muchos panistas pidieron para él cuando se rebeló contra su entonces coordinador, Gildardo Guerrero, e incurrió en actos de indisciplina en contra de la dirigencia estatal del PAN: su expulsión.
Pero la sorpresa fue mayor cuando lo escuchamos amenazar con lo siguiente:
“Si mañana no se inicia proceso de expulsión, si el partido no toma las medidas en contra de quienes han actuado de mala fe, me declararé, si es posible dentro de la ley, como candidato independiente o renuncio a la candidatura…”.
Y ya envalentonado aseveró:
“Porque el PAN o se limpia y corre a todos los que han actuado en contra de este partido o no puedo pertenecer, en este momento cuando menos, a un partido que no tiene liderazgos y que no tiene los pantalones y los suficientes productos de gallina para decir: fuera todos aquéllos que no entienden los principios de lo que es el PAN”.
A Martínez Mora se le abrió un proceso de expulsión, junto con Víctor Sánchez y Alberto Esquer, hoy candidatos a diputado y alcalde de Ciudad Guzmán, por el partido alfarista, pero que se suspendió cuando advirtieron que no tenían a nadie mejor posicionado en los medios –no en la militancia ni en la ciudadanía– para ser su candidato a la presidencia municipal de Zapopan.
Cuesta trabajo creer que Martínez Mora ignoraba que militantes y simpatizantes panistas en Zapopan simpatizaban y trabajaban para los alfaristas, aun cuando no habían definido a su candidato a la alcaldía.
Por eso no puede decirse hoy sorprendido ni engañado. Su indignación debió mostrarla cuando fue postulado candidato y exigir, con tiempo y no al cuarto para las 12, una limpia al interior del PAN o no aceptar la candidatura.
¿O creía de veras que Gerardo Rodríguez iba a hacer campaña a su favor cuando su gemelo Ricardo era parte de la planilla alfarista?
No sé si la postura de Guillermo Martínez Mora es indignación o una estrategia ante su posición en el proceso electoral, pero debe reconocer que hoy recibió una sopa de su propio chocolate.
ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.
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