En los sitios públicos de las grandes metrópolis la tendencia arquitectónica de moda es deshacerse de los vagabundos como con las palomas: con pinchos metálicos donde antes había jardineras o sitio para sentarse, para que no tengan espacio para colocar sus catres de cartón y hacer sus nidos.
Cualquiera que haya tenido que lidiar con esas molestas ratas aladas que son las palomas sabe que precisamente las superficies en declive, con filo o con mallas son una de las mejores formas de ahuyentar a las asquerosas columbidae, por lo que el símil es perfecto: los otros métodos para deshacerse de las palomas también pueden aplicarse a los vagabundos. Y en esta columna amamos a los vagabundos, es más: el que suscribe linda peligrosamente con el sector. De lo que se trata es de joder:
1.- Pegamento. Debajo de los puentes, en los umbrales de los edificios y entre los portales de las plazas. El vagabundo se quedará pegado y morirá de inanición, como las moscas en las tiras colgantes de los mercados.
2.- Espejos. Las palomas se espantan con sus reflejos; los vagabundos se desorientan, a la mera recobran la compostura, se meten al Iteso o a Univer y se reintegran a la sociedad en forma de periodistas.
3.- Asustarlos con agua. Rociarlos de vez en cuando no le hace daño a nadie y sería una buena actividad de verano para los peques.
4.- Gavilanes entrenados. Pronto veremos enormes aves que descenderán a las plazas y se llevarán entre las patas a uno que otro vagabundo distraído.
5.- Maíz con metanfetamina. Se pondrán todos orates y se matarán entre ellos. Nada más saludable.
6.- Control de la natalidad. Si ama a su vagabundo, emascúlelo con una Gillete, él lo agradecerá.
7.- Mallas electrificadas. En Mérida colocaron este sistema para que las palomas dejaran de estar llenando de mierda las cabezas de los santos en la Catedral, y si el espíritu santo no puede hacerse el gracioso no hay razón para evitar el uso del mismo sistema contra los vagabundos.
Ahora que si ninguna de estas técnicas funciona, podemos utilizar el método del bote de basura vacilador: el vagabundo mete la mano en busca de comida, pero una fuerza invisible lo jala hacia adentro hasta que desaparece; a los dos días el tipo reaparece rasurado, con gorra del PRI, silbato y dirigiendo el tráfico en la Vía RecreActiva.
Despedida
Quiero agradecer a todas las personas que siguieron esta columna a lo largo del año en que fue publicada en este espacio. Ésta es la última. Un agradecimiento a NTR Guadalajara. Buen día.
@_pausaparafumar
|