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VENDIMIA. Los locatarios ofrecen los productos de temporada (Foto: Cuartoscuro)
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La disputa entre locatarios y ambulantes para controlar los espacios en la calle donde se ofrecen paraguas, sandalias, ropa, perfumes, juguetes, zapatos y adornos, entre los carros estacionados en doble fila, es la fotografía diaria de la calle Obregón.
“Pásale mija si tenemos de tu talla”, dice una vendedora de ropa que aún no termina de acomodar su producto en la estructura que coloca debajo de la banqueta, afuera de su local.
A un lado, un señor que aparenta 50 años, baja de una camioneta cajas de cartón con sandalias y paraguas. Pasan de las 10 horas y aún hay espacios.
¡Ahí quédate, está libre! – grita un viene viene al comerciante informal.
Contrario a su naturaleza, el franelero, permanece arriba de la banqueta, y no le está echando aguas a un conductor. Se mantiene inmóvil, mientras mira con recelo a un agente vial que desde hace varios minutos levanta multas a los conductores que decidieron estacionarse en doble fila, son al menos cuatro en una cuadra.
Dos calles después, la situación no cambia, los ambulantes que apenas llegan buscan espacio entre los locatarios que han decidido sacar mercancía a la calle para evitar que un comerciante informal se ponga afuera de su negocio.
Lo único que cambia en la fotografía son los productos de temporada, en Obregón ya se ofrecen paraguas grandes, medianos, chicos, rojos, negros, verdes, con orejas de ratón, con flores, con carros, para adultos y para niños.
El kit anti aguaceros se puede completar: también hay botas de plástico para damas y niños, y hay impermeables, la mayoría son de Cars, Mimi o princesas. Nunca pasan de moda, dice el vendedor.
Obregón es una de las principales zonas comerciales de Guadalajara, por eso el comercio no se limita a la venta de artículos, también para aquellos que la caminata les provoca hambre o sed hay frituras, fruta picada, tejuino, refrescos, aguas frescas, nieves y hot dog.
La alta afluencia de personas, el comercio informal, el tráfico desquiciado de la zona y el descuido de los padres de familia también son típicos en Obregón.
“Aquí hay un niño perdido, ¿de quién es?”, grita una y otra vez don José, el de los hot dog. Una señora atiende al grito. “¿Dónde lo encontró?”, pregunta.
10 minutos después, llega una mujer que carga a una menor en sus brazos. Don José sabe que es la mamá del niño perdido, por la expresión en su cara.
Janette, abraza al menor por dos segundos, luego se va. Don José, es un héroe, no dejó que el menor se atravesara solo, grito para encontrar a su mamá y al final recibe su recompensa: “un aplauso para José”, gritan sus compañeros comerciantes y testigos de su hazaña.
Ayer, la fotografía de Obregón incluyó a un menor perdido entre paraguas, perfumes, comida, ropa, bolsas y discos piratas.
PHM / I
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