La gentrificaci�n de Puerto Vallarta

2017-04-06 23:31:32

Las ciudades junto con sus barrios poseen una inercia propia, con individuos y grupos dinámicos, a pesar de la inevitable resistencia de las tradiciones y costumbres locales, y con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación y la informática. La ciudad es, a decir de Robert Park, el mundo que el hombre creó; es el mundo en el que está condenado a vivir. Esto ha hecho que el hombre de la ciudad se haya remodelado a sí mismo.

La socióloga urbana (al igual que Park) –británica por adopción, pero nacida en Alemania– Ruth Glass, además de haber sido la figura clave en la institucionalización de la sociología británica como materia académica (Hobsbawm dixit), acuñó en 1964 el neologismo gentrificación para designar un fenómeno urbano que ocurría en ese tiempo con las viviendas de los tradicionales barrios obreros, invadidos por los clasemedieros para convertirlas en residencias elegantes y costosas, con el consecuente incremento del valor inmobiliario de las fincas, ahora inaccesibles para los otrora habitantes de tales barrios populares.

Este fenómeno tiene varias aristas y sus efectos son múltiples. Para algunos los barrios tradicionales son renovados en sus viviendas y espacios públicos, con la consecuente revitalización social con nuevos estratos de población con mayor capacidad económica y educativa; se crean nuevos lugares de ocio, se mejoran las vialidades, se dinamizan las relaciones sociales y el barrio se vuelve atractivo para los visitantes, con los beneficios monetarios para el comercio.

Sin embargo, el concepto (también llamado aburguesamiento, elitización, reconquista urbana, urbanismo revanchista, aristocratización, recualificación social, entro otras) tiene sus asegunes. Las críticas son que el fenómeno produce exclusión, segregación, encarecimiento inmobiliario, entre otros efectos negativos. Esta condición socio-urbana se ha manifestado de forma diferente dependiendo la ubicación geográfica y vocación urbana.

Las principales capitales y ciudades del mundo se han visto gentrificadas en Estados Unidos y Europa: San Francisco, Barcelona, Venecia, Ámsterdam, Berlín. Estudios recientes han dado cuenta de sus efectos nuestro país y en otras ciudades latinoamericanas. En la Ciudad de México colonias tradicionales como La Condesa, Polanco, Roma o Coyoacán; al igual que en Guadalajara, como el corredor de Chapultepec, pueden evidenciarse los efectos de la gentrificación.

Cuando esta expresión urbana se combina con la actividad turística, los resultados pueden ser imprevisibles. Por ejemplo, el arribo del turismo de masas a sitios atraídos por sitios gentrificados como en Venecia, donde en ocasiones su capacidad turística diaria es triplicada al grado que durante 10 días del año la demanda total asciende a más de 100 mil visitantes por día (y en ocasiones hasta 200 mil visitantes en fechas especiales). Así, los venecianos, al igual que los barceloneses, se constituyen en grupos de manifestantes para rechazar la llegada de más y más turistas, que perturban sus vidas cotidianas.

Puerto Vallarta no ha podido sustraerse de este fenómeno con sus consecuencias negativas.

De ser un apacible pueblo de pescadores, su Centro Histórico se ha transformado en una localidad que, poco a poco, está perdiendo su personalidad (al menos la que yo conocí cuando por primera vez la visité, a principio de los 80).

En la actualidad es posible ver la construcción de al menos tres o cuatro torres de departamentos que en la preventa están desde 125 mil hasta 259 mil dólares, inaccesible para los habitantes nativos de puerto. Cada vez son menos las viviendas ocupadas, ahora transformadas en negocios, restaurantes o bares.

En los próximos días, la ciudad se verá asaltada por visitantes que tirarán basura, harán sus necesidades en las calles, congestionarán las avenidas con autos y camiones; lo que desconozco es si también aquí se organizarán los (pocos) vecinos para protestar por esta invasión.

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