El miércoles de la semana pasada comenzaron las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Al analizar la rueda de prensa inaugural se pueden identificar, por lo menos, tres aspectos que generarán tensión durante las renegociaciones.
Primero, mientras que México y Canadá consideran que el TLCAN ha sido un acuerdo comercial exitoso, Estados Unidos lo califica como un instrumento fallido. Por un lado, Chrystia Freeland –la negociadora de Canadá– e Ildefonso Guajardo –el negociador mexicano– tomaron posturas matizadas pero optimistas.
Por otro lado, Robert Lighthizer –el negociador de Trump– fue muy claro en afirmar que el TLCAN le ha fallado a la gran mayoría de los estadounidenses. Entre sus argumentos se encuentran la pérdida de empleos en el sector manufacturero y el déficit comercial de su país con el nuestro. Sus palabras fueron contundentes, “el TLCAN fundamentalmente le ha fallado a muchos, muchos norteamericanos, y necesita mejoras sustanciales”.
Segundo, las coyunturas electorales por las que atraviesan México y Estados Unidos van a tener un peso considerable en las renegociaciones. En sus respectivas intervenciones, tanto Lighthizer como Guajardo hicieron claras referencias a la política interna de sus respectivos países. Guajardo comenzó por agradecer a la comitiva de empresarios, senadores y representantes de los medios de comunicación que lo acompañaron a Washington. Si los negociadores no obtienen buenos resultados para México será un descalabro de la administración de Peña Nieto de cara a las elecciones de 2018.
Por su parte, Lighthizer comenzó su intervención por hacer ver a los medios de comunicación que el haber iniciado la mesa de negociación es en sí mismo un éxito, puesto que es una promesa de campaña cumplida por Trump. Hacer una revisión mayor del TLCAN fue uno de los principales argumentos del republicano para ganar la Presidencia. Si las compañías norteamericanas no regresan a territorio estadounidense será un descalabro más de la administración Trump.
Tercero, si bien es evidente que los negociadores coinciden en la necesidad de modernizar el TLCAN, también lo es la divergencia en los objetivos que cada uno de los países busca en la renegociación. Canadá aprovechará la oportunidad para buscar que el TLCAN sea un instrumento mucho más progresivo en temas como la regulación laboral, la protección al medio ambiente, la agenda de género, y los derechos de los pueblos indígenas. Por su parte, México buscará que los términos actuales del TLCAN cambien lo menos posible.
En cambio, los objetivos de Estados Unidos están más relacionados con su política interna y las promesas de campaña de Trump. Entre ellos se encuentran la reducción en el déficit de comercio con nuestro país, contar con reglas de origen más estrictas y claras, diseñar regulaciones para evitar la manipulación del tipo de cambio, y que los mecanismos de resolución de disputa les permitan salvaguardar su soberanía y sus procesos democráticos internos.
En resumen, las divergencias entre la forma de juzgar el funcionamiento del TLCAN durante sus 23 años de vigencia y la política interna de cada país pondrán un alto grado de dificultad a las renegociaciones.
JJ/I
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