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Prioridad. La calidad es la principal preocupaci�n de quienes trabajan en el lugar. (Foto: M�nika Neufeld)
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Ya son más de 50 años desde que los tradicionales lonches Amparito son todo un ícono gastronómico de tierras tapatías. Nadie se resiste al aspecto y sabor de tan aclamados manjares.
De jamón, panela, queso puerco, carnitas y lomo, que por cierto es el más vendido, es la variedad de lonches que se ofrece en este lugar.
Ya sea para el desayuno, la comida o incluso la cena, un lonche de éstos no le sobra a nadie; puede verse en los rostros de quienes los disfrutan sentados en la banqueta o en las bancas de las diversas plazas del Centro de la ciudad; y, claro está, no falta ver al turista que no pudo esperar para probarlos.
Los inicios
Según narraciones de Gerardo Ramón Ruiz, sobrino de la fundadora y actual dueño del local para el que labora desde hace 42 años, la tradición comenzó gracias a su tía Amparito, por quien se tiene el conocido nombre.
“Mi tía inició en una tienda de abarrotes aquí en el cruce de Gerardo Suárez y Paseo Hospicio, junto a una señora que era originaria de Tolimán, Jalisco, al igual que casi toda la familia, y con ella vendía lonches de jamón y queso; sin embargo, al poco tiempo vendieron la tienda, y al no estar a gusto con el nuevo dueño, se mudó a las afueras del actual edificio de Secretaría de Turismo”.
En este nuevo lugar, la señora Amparito prevaleció por 10 años, pues gracias a que estaba en una zona de negocios, peleterías en su mayoría y una que otra escuela, su local comenzó a tener auge, por lo que se trasladó al actual local.
A pesar de que Amparito inició sola con esta tradición, al poco tiempo se le unió su hermana Reinalda, quien aún trabaja en la elaboración de estos lonches. También se integraron otros familiares y personas externas. Actualmente trabajan alrededor de 12 personas.
Aunque muchos piensan que la receta de los lonches esconde un gran secreto, Gerardo dijo que su sabor se debe a que su tía siempre se preocupó por la calidad de los productos: “El aguacate, jitomate, carne y el pan, se busca que todo sea excelente para poder ofrecer un buen producto a los clientes; incluso muchos decían que aunque mi tía no era nutrióloga o chef, los lonches tenían las cantidades exactas de todo, lo consideran un alimento nutritivo”.
Fallece la fundadora
Después de un tiempo de trabajo, la señora Amparito tuvo que dejar de atender el negocio a sus 66 años, debido a problemas de salud como cáncer, insuficiencia renal y la fractura de cadera
Al tiempo de que la fundadora enfermó, decidió dejar el negocio a su sobrino Gerardo para que continuara con la tradición.
“Cuando ella enfermó me dijo que quería que yo me quedara con el negocio, pues decía que si alguien más se quedaba con éste, se lo iban a terminar. Ella dejó de trabajar hasta que no pudo y murió un 21 de febrero a los 71 años. Ahora ya son como 12 años de su muerte”.
Desde entonces, un letrero con su imagen y nombre, más un moño negro, adornan la puerta y las bolsas de plástico en las que entregan los productos.
Pelea por el nombre
“No tenemos sucursales”, es lo que dice un cartel pegado en la puertecita de madera; sin embargo, hoy en día hay muchos lugares que llevan este nombre y se hacen pasar como negocios de la misma cadena. Un ejemplo es el que está ubicado en la avenida Juárez y que lleva el nombre de Los sobrinos de Amparito.
“Ese negocio es de los sobrinos de mi tía, mas no es sucursal. Ellos trabajaron aquí y hace cuatro años me pusieron una denuncia laboralmente; se enojaron y pusieron su negocio aparte”.
Otro de los conflictos que ha pasado este local es la demanda que se enfrentó por la marca, pues más de uno quiso quitarles el nombre al morir Amparito.
“Hubo un señor que al ver que el nombre no estaba registrado se le hizo fácil abrir hasta franquicias, pero peleamos en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) y ganamos; además, la gente nos dice que no saben iguales”.
Los comensales
Por su parte, los fieles clientes presumen y defienden el sabor de tal tradición. Tal es el caso de la señora María de Jesús, quien ya tiene poco más de 40 años que frecuenta el lugar.
“Están excelentes y desde siempre conservan su sabor, incluso he traído a familiares que viene de visita y les parecen muy sabrosos”.
Aunque también está el que los visita por primera vez, como Manuel Arroyo, originario de Michoacán: “Me trajo una amiga que me dijo que estaban muy buenos, así que ahora que vine a Jalisco, no puedo ir sin probarlos”.
Finalmente, Gerardo mencionó que aún no se sabe quién se quedará con el lugar cuando muera, pero buscarán seguir con esta tradición: “Nos sentimos orgullosos de ver cómo vienen los extranjeros y las generaciones, por eso procuraremos seguir en el gusto de las personas”.
NÚMEROS
- 50 años de tradición con este negocio
- 66 años tenía la señora Amparito cuando no pudo atender más el local
- 12 personas trabajan en el negocio
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FRASE
“Cuando ella (Amparito) enfermó me dijo que quería que yo me quedara con el negocio (…) Ella dejó de trabajar hasta que no pudo y murió un 21 de febrero a los 71 años. Ahora ya son como 12 años de su muerte”
Gerardo Ramón Ruiz, dueño del negocio
JJ/I
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