Han pasado tres semanas de campaña por la gubernatura y el Senado y estamos a nueve días de que arranque la correspondiente a las presidencias municipales, diputaciones federales y locales, y es fecha de que al interior del PRI las fichas no terminan por acomodarse, con las consecuencias que ello acarrea para ganar terreno en la preferencia ciudadana.
Hace ya casi 15 días que Ramiro Hernández García llegó a la presidencia estatal en un proceso que hasta la fecha no ha quedado claro y que nadie ha logrado cuadrar, pues lo único confirmado es que Héctor Pizano renunció a la dirigencia y Hernández García llegó para sustituirlo, aunque la forma en que se hizo deja muchas dudas.
Y es que para que el ex presidente municipal de Guadalajara llegara a la presidencia del PRI debió de haberse hecho un movimiento de manera tal que entrara en operación el proceso de prelación que establecen los estatutos del partido y que ya en una entrega anterior referimos en este espacio.
Esto es: para que Ramiro Hernández llegara al comité estatal debió de haberlo hecho a través de la Secretaría de Organización, previa renuncia de su titular Rafael Castellanos; luego, Mariana Fernández debió de renunciar a la Secretaría General para que su lugar fuese ocupado por Hernández García, quien desde esa posición y tras la renuncia de Pizano Ramos, se convertía en el nuevo dirigente estatal.
Pero nos encontramos que con Ramiro Hernández en la dirigencia priísta, aparecen Mariana Fernández y Rafael Castellanos otra vez como titulares de las secretarías a las que supuestamente habían renunciado, aunque ahora se dice que la también candidata a diputada local únicamente solicitó licencia a su cargo, que ya cumplió.
Si así fue, entonces por prelación Mariana, en su calidad de secretaria general –cargo a la que fue electa por cuatro años–, debió de haberse convertido en la nueva dirigente estatal del PRI y Ramiro ocupar la Secretaría de Organización a la que supuestamente llegó para desde ahí escalar peldaños hasta la presidencia… si Mariana hubiese renunciado.
En este sentido, se desconoce quién ocupó el lugar de Juan Alcalá Dueñas en la Secretaría de Acción Electoral o si aún se mantiene acéfala, luego de que renunciara para ser candidato a regidor en Zapopan.
Han transcurrido ya 15 días desde la llegada de Ramiro Hernández y el Comité Directivo Estatal del PRI, en plena campaña, no ha emitido ni un sólo boletín o comunicado de prensa de su trabajo como partido, y quizás la razón la encontremos en que tampoco han encontrado el perfil idóneo para que ocupe la Secretaría de Comunicación a la que renunció Fernando Pulido Kim antes del relevo de la dirigencia estatal.
Ayer se celebró la primera sesión de la Comisión Permanente en la nueva época de Ramiro Hernández al frente del PRI, con la presencia de su dirigente nacional Enrique Ochoa, y para su fortuna en términos generales puede decirse que todo salió bien. Pero ahí mismo se convocó a la sesión del Consejo Político Estatal para el sábado 21, en cuya agenda sobresale el punto número 5: “Desahogo de trámites de la Comisión de Procesos Internos de acuerdo a lo establecido en el artículo 32 del REDYPC”.
Este artículo habla de la “elección extraordinaria” del titular, en este caso, del comité estatal por una causa justificada sin que haya concluido el período por el que fueron electos los renunciantes, pero el artículo 179 habla de que en ausencia definitiva del presidente y secretaria, aplica la prelación pero para que se convoque al Consejo Político en un plazo de 60 días para elegir al presidente y secretaria general sustitutos.
Es increíble que en plena campaña presidencial y por la gubernatura, en el PRI se les haya hecho bolas el engrudo y sigan entrampados en sus propios errores.
ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.
JJ/I
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