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Canciller con buenos oficios

Prácticamente toda la semana la información, las preguntas y los temas abordados por Marcelo Ebrard respecto de la negociación con Estados Unidos le han otorgado una presencia mediática importante, al grado de que aún en las mañaneras el presidente ha quedado en segundo plano. Hasta en las formas el canciller ha impuesto las condiciones, sólo una pregunta por reportero para que participen más y no se convierta en un debate entre quien pregunta y responde. Previamente explica los términos de la negociación, qué ganó México, qué condiciones impuso el equipo de Estados Unidos y abre la sesión de preguntas. Ebrard siempre ha mostrado deferencia hacia López Obrador aludiendo a que lo negociado, los acuerdos, responden al mandato recibido del Ejecutivo.

Las condiciones que impone Trump muestran su posición de poder, desde donde demuestra que tiene el mejor juego posible y eso le permite ponerse bravucón frente a la necesidad que tiene México de que el TMEC vaya adelante, de que no se nos impongan aranceles a cambio de contener el flujo de migrantes hacia Estados Unidos, que Trump hace parecer como un problema que ha desbordado a las autoridades mexicanas, cuando son las autoridades de EU las que han incrementado las deportaciones y exigen a México retener o deportar a los indocumentados.

En esta primera fase de la negociación, el principal logro fue que no se impusieran aranceles a los productos mexicanos que se exportan a Estados Unidos, a condición de que en 45 días se disminuya el flujo de migrantes hacia EU o se forzaría a que permanezcan en México mientras se define el estatus migratorio. De ahí derivan medidas como apresurar el envío de la Guardia Nacional a la frontera sur, atender a refugiados, etcétera.

El criterio central que ha seguido Ebrard en la negociación ha sido diferenciar el tema migratorio del tema comercial y la inminente firma del TMEC.

En los Congresos de los países implicados parece que la aprobación del TMEC irá adelante, pero los presidentes parecen tener mayor urgencia que los legisladores.

De nuevo, la parte mexicana es muy consciente de que entre los legisladores, empresarios y gobernadores de los estados fronterizos tiene importantes alianzas que deberá cuidar, ante las erráticas reacciones del presidente Trump. Es muy importante que se cultive toda una red de cooperación entre los gobiernos locales, congresistas y empresarios a fin de que le sea más difícil a Trump imponer medidas en las que no están de acuerdo los mismos estadounidenses. El contrapeso y las posiciones críticas desde Estados Unidos favorecen la posición de México frente a las medidas impuestas desde la Casa Blanca, con el claro propósito de que Trump mantenga al alza las posibilidades de su reelección.

Desde la perspectiva de México, ante un asunto delicado, López Obrador tiene plena confianza en lo que haga el canciller, asume que se tienen que pagar ciertos costos y evita la confrontación directa con Trump. López Obrador ha propuesto el plan de desarrollo e inversiones para el sur de México y Centroamérica para enfrentar las causas de la migración, y con ello ha demostrado ser un político con mucha visión y colmillo; aunque otra lectura podría suponer que tenemos un presidente al que no le interesa aparecer en los eventos internacionales, pero tampoco tomar el liderazgo que pudiera exigírsele a un presidente. Es claro y notorio que entre López Obrador y Ebrard no hay lucha de poder, pero el papel protagónico lo tuvo el canciller, cuando menos esta semana.

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