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El club

Constantemente nos referimos al club deportivo, aquél que ha desaparecido poco a poco. Ese espacio donde más de alguna familia o individuo tuvo la oportunidad de asistir a echarse un buen duchazo o hacer sus actividades de ejercicio físico diariamente, y con la familia se tenía la oportunidad de ambas situaciones o ir en fin de semana a pasarla con su gente de manera sana y divertida.

Dicha figura posteriormente la tomaron y se posicionaron de ella los equipos de futbol soccer; son todo en dicha disciplina deportiva menos en lo deportivo, ya que carecen de instalaciones ad hoc para ello, sólo les interesa el futbol o sus respectivas variantes. El último que quedaba fue el Club Atlas, pero ya vendido perdió toda su esencia de futbol soccer con sus instalaciones deportivas y vida familiar, solo el recuerdo queda.

Por ello el club deportivo siempre ha sido sinónimo de vida familiar, pero en esa transformación del club y retomado por el mundo soccer hemos encontrado en los últimos acontecimientos fatales (que no son de ahora), que es hora de repensar y replantear su quehacer social, deportivo y de desarrollo integral-global para los futbolistas de todos los niveles, categorías y géneros.

Estos clubes de futbol soccer deben de entrar a la llamada responsabilidad social, donde tienen un gran compromiso en todos los niveles y rumbos con la misma sociedad.

“El futbol, como parte integral de la sociedad global y como deporte más popular del mundo, tiene un papel inestimable para impulsar el desarrollo social y ejercer su influencia” (https://es.uefa.com/insideuefa/social-responsibility/), pero obviamente todo ello con su respectiva aplicación de la justicia y sin menoscabo alguno de perjudicar a terceros; por supuesto, menos quitarle la vida por alguno de sus miembros.

Por ello es necesario tomar cartas en el asunto de manera seria y contundente acerca de los excesos, vicios y costumbres de algunos de sus miembros, donde se han visto inmiscuidos en accidentes de tránsito (con pérdida de vidas humanas), consumo de drogas, acosos sexuales, paternidades no reconocidas o expresiones de racismo e incluso evasión de impuestos. Es buen momento de retomar los valores añejos y no lejanos del club familiar y no convertirlo en club de fatalidades.

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JJ/I