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 El violador eres tú… 

Nuestras hijas no están acostumbradas a escuchar bromas y chistes misóginos, tampoco están dispuestas a tolerarlo, mucho menos a recibir los malos tratos que los machos dan a las mujeres, y es algo que me parece de relevancia superior. Hoy nos encontramos frente a un fenómeno internacional que va creciendo exponencialmente, y que no tiene posibilidades de retroceso. Las mujeres de hoy, como las vemos, activas e inteligentes, tienen una razón mundial que las une: la violencia de género en todas sus modalidades. 

Ellas son una bomba de tiempo que está por explotar si el Estado, en cada país, no se suma y acepta los errores y omisiones del pasado, las vejaciones y humillaciones constantes, las lamentables formas de atender los casos de violencia de género, la revictimización que los ministerios públicos están acostumbrados a hacer, al burlarse de las afectadas, víctimas de violación y tantas cosas interminables de describir. 

Si el Estado no da pasos contundentes y notorios en los que se advierta una sincera voluntad política de avanzar junto a ellas, esto nos va a superar, y no habrá crítica que las detenga. Y la verdad, les concedo toda la razón. Las mujeres estamos muy cansadas de todo esto. Los feminicidios aberrantes como el de Abril Pérez sencillamente NO deben suceder. ¿Dónde está el Estado que debe garantizar nuestros derechos? ¿Dónde está la responsabilidad y la vergüenza como sociedad? ¿Por qué todavía hay quienes tienen el atrevimiento de culparnos por nuestra terrible suerte y de criticarnos por protestar? Incluso mujeres criticando a mujeres, ¿no se han puesto en los zapatos de las víctimas? Declaro totalmente insensibles a las personas que se enfrascan en la discusión estéril de si hacen bien o mal al rayonear los monumentos históricos. La historia nos debe mucho más que eso. Mucho más, se los aseguro. 

Esta semana, en la Feria Internacional del Libro (el foro que todo el mundo voltea a ver por la presencia de cientos de periodistas internacionales) se va a registrar en la explanada de la Expo Guadalajara, el viernes 6 de diciembre por la tarde, un performance que el grupo feminista de origen chileno Las Tesis creó para protestar por la violencia y la revictimización. 

El domingo recibí la invitación para participar en él y revisé los videos que inundan Internet sobre este performance, y la verdad es que no dejé de llorar mientras los observaba, porque tomé consciencia de que no es sólo la violación sexual, sino todo lo que sucede alrededor de las relaciones de las mujeres con los hombres machistas, porque soy una de esas mujeres que ha derramado lágrimas a mares por las humillaciones y ofensas de un hombre que decía amarme. 

Sobre Las Tesis, extraigo para conocimiento de los lectores el texto de una nota del diario limeño El Comercio, donde narran: “Hace aproximadamente año y medio Sibila Sotomayor, Daffne Valdés, Paula Cometa Stange y Lea Cáceres dieron vida al colectivo interdisciplinario de mujeres, Las Tesis, buscando dar visibilidad a las protestas femeninas contra la violencia de género”. 

El nombre de la agrupación proviene de las tesis que toman como ejemplo para escribir las letras de sus canciones. Los textos de escritoras como Rita Segato son el eje principal de Las Tesis. 

“El patriarcado es un juez / que nos juzga por nacer / y nuestro castigo / es la violencia que no ves. / Es feminicidio. / Inmunidad para mi asesino. / Es la desaparición. / Es la violación. / Y la culpa no era mía / ni dónde estaba / ni cómo vestía. / Y la culpa no era mía / ni dónde estaba / ni cómo vestía. / El violador eras tú. / El violador eres tú. / Los jueces. / El Estado. / El presidente”, dice la canción que ya ha sido representada además de en Chile en países como Alemania, Colombia, Estados Unidos y México. 

La semana pasada leí a Gricelda Torres Zambrano confesar en Twitter que está acostumbrada a convivir con compañeros y compañeras machistas diariamente, pero que al ver a nuestras hijas luchar por que esto cambie se da cuenta de “que sí hay esperanza, porque hay personas que sí entienden de dignidad”, y eso es lo que tenemos que visibilizar. 

Es machista que un compañero en medio de una junta de trabajo haga un chiste misógino y eso se debería sancionar. Se la pasan menospreciando a las mujeres y dudan y se burlan de nuestras capacidades. Estamos cansadas de callar y de que nos hagan creer que el macho es el que manda sólo porque lo es o porque paga, cuando paga, porque no siempre lo hace, pero eso sí, nos quiere dirigir la forma de gastar nuestro dinero y de educar a nuestros hijos o de organizar nuestra vida. 

Hoy escribo con el impulso que me da este gran dolor en el alma, con el hueco en el en el estómago y el nudo en la garganta. Hoy escribo con el coraje de todas las mujeres que han decidido no SOPORTAR NI UNA MÁS. Yo soy todas esas mujeres que estamos cansadas de tanto odio y tantas humillaciones. Soy las mujeres que ya no queremos escuchar de los hombres que dicen que nos “aman” y nos “cuidan”, que somos pendejas, putas y que el cerebro no nos funciona. Yo soy ese: ¡BASTA! Ya no somos pasivas.  

Las nuevas generaciones han iniciado la revolución feminista y me sumo a ellas sin menoscabo ni regateo. Y no creo, señores y señoras machistas, que nada nos detenga. El mundo tiene que cambiar y los gobiernos tienen que garantizar nuestros derechos. El Estado se tiene que disculpar públicamente por toda una historia de violaciones a nuestros derechos humanos. Las religiones tienen que cambiar, los gobiernos tienen que cambiar, los ejércitos tienen que cambiar, los musulmanes tienen que cambiar, la ablación tiene que desaparecer, la violencia de género tiene que desterrarse, el feminicidio tiene que castigarse de manera ejemplar. 

Porque la dignidad no se regatea. Y porque “la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía: El violador eres tú”…  

Es la voz del instinto. 

jl/I