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La aglomeración por las letras en la FIL

(Foto: Jorge Alberto Mendoza)

Al escuchar hablar a alguien sobre la FIL de Guadalajara siempre se piensa en libros, aunque no necesariamente son sólo eso; también hay gente curiosa, fanáticos que buscan firmas de los autores de sus obras favoritos, personas sentadas o a pie, niños en grupo y gente solitaria. Mucho se puede aprender si se pone atención a quienes deambulan entre los montones y montones de libros. 

Una de las peculiaridades de la FIL es que acerca a personas de diferentes lares cada año. Esta vez le ha tocado a la India ser el país invitado de honor, aunque la FIL reúna a editoriales de 47 países diferente. 

Desde muy temprano, este jueves se pudo ver a montones de niños que bajaron de los autobuses en sus recorridos guiados por las escuelas; adolescentes de secundaria que buscan novelas como las que Cuauhtémoc Sánchez ha escrito o libros que les permitan sentir miedo en las letras de Stephen King. 

La FIL permite a los transeúntes perderse entre los pasillos que siempre fluyen como ríos con aroma a páginas nuevas; siempre curiosos y expectantes. 

Los recovecos permiten pasear a los lectores por la cultura de las buenas letras; quienes las escriben, exponen en los estantes de cientos de editoriales, y los países acercan a los cientos de asistentes la posibilidad de convivir con las letras. 

La Feria Internacional del Libro de Guadalajara es una actividad que cada año aumenta en su número de visitantes. Tan sólo en 2017 asistieron más de 814 mil personas y el año pasado, 2018, fueron más de 818 mil. 

Este jueves fue uno de los días más concurridos. Curiosos, enamorados, compradores, autores, expositores, niños y ancianos aglomerados por las letras. No será sorpresa que está edición rebase las cifras de 2018. 

jl/I