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El ciclo 

Es obvio que sin la existencia del humano no existiría la economía, pero es igualmente obvio que para que exista el humano se requiere producir, repartir y consumir la riqueza que él y la naturaleza producen. Sin producción no hay consumo, sin consumo no hay vida. En el mundo contemporáneo, la mayoría de nosotros no podríamos entender nuestra existencia sin ropa, vivienda, muebles, transporte o servicio eléctrico; sin la existencia de médicos, obreros, comerciantes o campesinos. Para los más jóvenes el Internet, el celular o las redes sociales son parte de su cotidianeidad. La vida misma depende de nuestra capacidad de recrearla a través de nuestra actividad económica. 

El dilema que se nos ha expresado en Jalisco, particularmente desde el pasado 20 de marzo, cuando por un lado el gobernador nos solicitó que nos quedáramos en casa y por la otra el gobierno federal determinó la Fase 2 de la contingencia hasta el martes 24, ha sido la priorización entre la protección inmediata de la salud, frente a los riesgos crecientes de la pandemia o por el contrario, la permanencia de la actividad económica básica, en gran parte informal, de la que VIVE (sí, con mayúsculas), la mayor parte de la población. Cualquier respuesta puede tacharse de absurda por parte de la interpretación contraria. Permitir que la población siga haciendo su vida laboral implica un peligro creciente para todos, impedirlo supone cancelar la generación de ingresos para la mayoría y además la falta de producción para sostener a quienes se queden casa. 

La diferencia entre las posturas de los gobiernos de Jalisco y federal se ha trasladado después del día 24, al nivel de cumplimiento real de las recomendaciones gubernamentales. ¿Seguir trabajando para sobrevivir al día con el riesgo de que la pandemia se vuelva incontrolable en México? ¿No hacerlo y quedarse en casa, bajo la amenaza de caer en una situación económica insostenible? 

La cuestión no puede resolverse sólo entre la salida individual de trabajadores o empresas (“si no trabajas no comes”) y la salida social para mitigar la pandemia (quédate en tu casa). La respuesta, a mi parecer debe de pasar por otro precepto: “todos vamos en el mismo barco”.  

La solidaridad individual, así como la lucha social y pública contra la inequidad son críticas. Requerimos un planeta menos competitivo y más cooperativo. 

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jl/I