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¿Primero los pobres?

El día de hoy comienza la operación del programa faro del gobierno federal para enfrentar la pandemia. Se otorgarán 3 millones de créditos a la palabra, esencialmente dirigidos a micros y pequeñas empresas formales y a unidades económicas informales. En los anuncios iniciales de este programa se decía que serían 25 mil pesos por cada crédito, lo que puede representar una tabla de náufrago para 3 millones de unidades económicas. Sin embargo, conforme a los resultados de los Censos Económicos del 2019, existen 6.3 millones de establecimientos no agrícolas, de los que 3.3 millones cuentan con cuando mucho dos trabajadores, 942 mil tienen de tres a cinco personas, 274 mil de 6 a 10 personas y 79 mil de 11 a 15 ocupados. En suma, 97.5 por ciento de los establecimientos tienen cuando mucho 15 trabajadores. Además, según la ya desaparecida Encuesta Nacional de Micronegocios (edición 2010), más de 5 millones de unidades económicas no contaban en aquel entonces con establecimiento. Si actualizamos tal dato, sumamos las unidades agrícolas y los establecimientos, tendremos entre 12 y 13 millones de unidades económicas; 3 millones de créditos son muy buenos y tal vez lleguen a erogarse hasta 75 mil millones de pesos, pero también claramente insuficientes: cubrirán, en el mejor de los casos, a 25 por ciento de quienes los requieran.

Los apoyos sociales a mayores de 68 años, personas con discapacidad, madres solteras, población indígena, estudiantes, aprendices, sembradores de árboles, etcétera, también juegan un papel fundamental y se espera que lleguen a 22 millones de hogares. Éstos también serán básicos para un mínimo de subsistencia en favor de la mayoría de las familias. Para todas sus funciones, la Secretaría del Bienestar cuenta con 181,454 millones de pesos en el presupuesto del 2020 y le presupuesto total para desarrollo social del conjunto de los organismos gubernamentales es de 648,836 millones.

Conforme a la reforma financiera de EPN, la banca podrá prestar mucho. Pero según esa misma reforma, cuando los deudores no puedan pagar, será más fácil que los bancos se cobren las “garantías” de los préstamos. Es decir, salvamos a los bancos para que presten más y luego se puedan ir mucho más fácil sobre el patrimonio de los que le hayan pedido prestado… ¡Cuidado!

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