INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

De vuelta a la escuela

De todo hubo con el anuncio de cómo serían las clases, hasta que se decida lo contrario, en la educación básica, con un panorama en México, y de forma particular en Jalisco, que parece haberse estabilizado, pero no aún a la baja en contagios y decesos por el coronavirus. 

Al final, las autoridades educativas decidieron que los menores regresarían a las aulas de forma virtual, en una educación a distancia que jamás fue planeada, ni siquiera imaginada, de esa manera, con docentes que, por más años de servicio que tengan en su haber, no se habían enfrentado a una situación como la que hasta la fecha continúa. 

Las reacciones, claro, pasaron por diferentes estadios: indignación, enojo, tranquilidad, esperanza... 

Pero lo que en esta ocasión quisiera abordar son los trabajos excepcionales que hace gente ordinaria, que sustituye sus limitantes con mucha pasión, compromiso y ganas. 

Existen iniciativas fabulosas y empáticas hechas para que los niños y jóvenes que no tienen acceso a herramientas para conectarse a sus clases y hacer sus tareas puedan resolver esta enorme desigualdad que el coronavirus ha desnudado sin piedad alguna. 

Una, por ejemplo, es la labor de Ozcar Ramírez González, quien pide teléfonos, tabletas y computadoras para restaurarlos y hacérselos llegar a estos alumnos mediante su página en Facebook 1 2 3 X Todos; a la par, han aparecido en diferentes puntos de la ciudad personas que, con carteles afuera de sus casas, negocios u oficinas, avisan de la posibilidad de compartir Internet, con mesas, sillas y electricidad incluidas, para que los estudiantes tengan un lugar adonde puedan acudir a tomar sus clases, todo de forma gratuita. 

En el arranque de clases, hace ya tres semanas, las famosas fotos que en redes sociales veíamos en otros ciclos de papás y mamás orgullosos presumiendo el primer día de escuela de sus hijos fueron opacadas, por no decir sustituidas, por fotos de hijos presumiendo la labor docente de sus mamás y papás. 

Profesores de localidades inimaginadas, de orígenes tan diversos como lo es México en esencia, con diferentes recursos y herramientas en sus manos, con uniforme o sin él, con ayuda de su familia o sin ella... un desfile emocionante que demostró (y lo sigue haciendo) el compromiso de los maestros con sus alumnos, con su vocación, con su profesión y con su convicción. 

Lo mismo un set casero armado con cariño que con la compañía de un títere; una luz y micrófono profesional para mejorar la imagen digital que paredes convertidas en periódicos murales; desde un escritorio bien armado y preparado que desde una recámara pequeña, con una mesita improvisada y con la cama a manera de silla; desde un cibercafé después de tomar un par de camiones, porque en casa del profe no hay computadora para él, que desde un estudio formal, con muchos libros y cuadros alrededor. 

Esos son los profesores que están demostrando lo mucho que abrazan a este país. Mujeres y hombres que, sin importar sus condiciones personales, utilizan lo poco o mucho que poseen para hacer el mejor trabajo que pueden. Claro, también la pandemia ha revelado las necesidades del sistema educativo; ha profundizado las ya de por sí grandes diferencias entre escuelas o entornos socioeconómicos, pero tengo claro que por los docentes que conozco no ha quedado, que han hecho un esfuerzo tan grande como el de los niños y sus papás quienes, al otro lado de una computadora, una tableta o un teléfono, propio o prestado, hacen también lo que está en sus manos para no desfallecer en un entorno que, hasta ahora, sigue sin favorecer a todos por igual. 

Admirables. 

Twitter: @perlavelasco

jl/I