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Ayotzinapa ejemplifica la pesadilla de miles

La voz de millones de mexicanas y mexicanos se escuchó a través de María Martínez Zeferino, quien tiene un hijo desaparecido desde hace seis años. “En nuestra casa nos falta un miembro, vemos nuestra casa vacía, la mesa vacía. No es posible. Voy a comer, ¿y mi hijo?, ¿ya comió?, ¿está enfermo?, ¿cómo está?”, dice. Sus palabras y preguntas son las de cientos de miles de mamás de Jalisco y del resto del país con hijos o hijas desaparecidos. 

“Para nosotros cada día que pasa, ahora sí que nos desespera. Llega día y noche y no sabemos nada. Salimos y regresamos a la casa con las manos vacías”, relata María, madre de Miguel Ángel Martínez Hernández, normalista de Ayotzinapa desaparecido hace ya casi 2 mil 200 días y al que, como miles del país, le cortaron sus sueños. 

Como madres nos da coraje cuando dicen “que hacemos actividades fuertes”; si por nosotros fuera, “fuéramos y destruyéramos todo, porque nos falta nuestro hijo, nos quitaron lo que más queremos”, advierte María. Madres, hermanas, hijas y abuelas han debido organizarse y manifestar sus reclamos airados de verdad y justicia. Ayotzinapa ejemplifica la pesadilla de las familias del país y las redes de complicidad entre delincuentes y funcionarios. 

“Si no les gusta vernos en las calles, no les gusta que estemos bloqueando, pues entréguennos lo que queremos y con gusto nos retiramos”, responde María a quienes critican las protestas porque les interrumpen su vida cotidiana, no solidaria, no comprensiva. “Porque, como dicen, parecemos locos; tal vez sí, locos de dolor, señor, porque cargamos ese dolor, ¿dónde lo dejamos?, ¿qué hacemos con ese dolor que cargamos acá?”, pregunta y con la mano apunta a su corazón. 

“Sí nos dolió que el año pasado estuvieron saliendo varios (señalados como participantes en las desapariciones) libres, llevándose información; nos da coraje ver que los detienen y están encerrados, y no dicen nada, no dan la información que tienen. Para nosotros como madres es desesperante, y nos da coraje”, denuncia María. Policías, ministerios públicos, jueces, magistrados, poderes judiciales que liberan con cualquier argumento a responsables de desapariciones. 

“Nosotros no hemos dejado de exigir la presentación de nuestros hijos, no hemos dejado de luchar, seguimos caminando, porque aún nos faltan nuestros seres queridos en la casa”, resume María, cuyo hijo fue entregado por policías a delincuentes profesionales. La tenebrosa desaparición forzada es una práctica en Jalisco y el resto del país. 

María habló este sábado en Palacio Nacional a nombre de las familias de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos hace seis años. Lo hizo frente al presidente Andrés Manuel López Obrador y funcionarios de su gabinete. “Usted como padre nos entiende, y yo le digo: ‘póngase siquiera un día en nuestro lugar’. Eso no se le desea a nadie. Es horrible. Que le arrebaten a uno de sus hijos. Eso es lo que duele más, nos dieron donde más nos duele”. Lastimar el corazón es herir el espíritu. 

El mensaje de María es el que cualquier madre podría dirigir a los gobernantes, a quienes representan las maltrechas instituciones de México: “Yo quiero pedirle que así como depositamos nuestra confianza en usted, que no nos defraude, que los mexicanos necesitamos confiar en alguien, necesitamos tener a alguien que nos ayude, porque hemos estado viendo que en lugar de que vengan a proteger a sus mexicanos, vienen a desaparecerlos, a matarlos, y no es posible que los delincuentes sean más poderosos que usted, señor presidente”. Cuando la delincuencia es parte del Estado, el Estado es delincuente. Cuando el Estado es delincuente, la justicia no prevalece. 

Twitter: @SergioRenedeDios

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