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Aplicado decían en la escuela

Ayer platiqué con Enrique, un buen amigo. Hablábamos de su éxito como empresario, como ingeniero, como padre. Me dijo que cuando niño era de los que llamaban burros, subestimando sus habilidades y destrezas –que luego descubriría–; incluso como estudiante de ingeniería era de los que apenas sacaban nota aprobatoria, pues estudió en la UdeG viniendo de una ranchería de Sinaloa. 

No estaba acostumbrado a las altas matemáticas, la ecuación de Laplace con sus derivadas parciales de segundo orden de tipo elíptico, las integrales. Sin embargo, era consciente de sus limitantes, de su hambre de triunfo, de su sana ambición, del gusto por las mujeres bonitas, y descubrió que a ellas les gustaba, antes que lo físico, la seguridad económica para sus hijos, la buena charla y la convivencia, el sentido del humor, la seguridad, el baile, la iniciativa, la confianza en uno mismo, las aspiraciones y los objetivos claros, la independencia en las decisiones, la amabilidad, la lealtad, la madurez emocional. 

Entonces se volvió aplicado en eso. Aplicado significa disciplinado, más que sacar buenas calificaciones. Entendió que aplicado no era antónimo de burro, como decían en la escuela al de notas de 5. Él seguía siendo de 5 y 6, pero se aplicaba en el trabajo, en los buenos modales y en no consumir drogas o alcohol; en no malgastar su salario modesto y ahorrar para luego invertir. Empezó en aplicarse en invertir en una pala, un pico, una carretilla, una revolvedora de concreto hasta tener su constructora; se aplicó en cumplir con sus contratos y responsabilidades, en dar prioridad a lo que deja y no a lo que quita. 

Se aplicó en aprender y conocer sobre las cosas prácticas de la construcción. Futbol y ajedrez se volvieron sus deportes favoritos y hasta una analogía de la filosofía de vida: anticiparse a las jugadas, esfuerzo, sacrificio, disciplina, constancia, práctica especializada. Sabía que si físicamente no podía ser atractivo para las mujeres, debería ser mentalmente seductor, porque además ese enamoramiento es para siempre: la admiración. Poner esmero e interés en una tarea es ser aplicado, disciplinado, enfocado. 

Una de las grandes tareas que tenemos educadores y padres de familia en la actualidad es enseñar a los hijos y los alumnos a concentrarse, a evadir las distracciones y tentaciones que existen en el mundo, a levantarse temprano con una agenda bien definida, a manejarse por objetivos y productividad, por resultados concretos, por ir logrando sus metas con base en tácticas y estrategias competitivas. Conseguir los sueños y, con ello, la alegría y la felicidad a fuerzas de ser aplicado en la vida. 

jl/I