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Fideicomisos

La amenaza del gobierno federal de extinguir 109 fideicomisos, de los cuales 65 están relacionados con entidades y/o proyectos de investigación en ciencia y desarrollo tecnológico, ha provocado la indignación de una buena parte de la comunidad de investigadores en el país. 

No es de sorprenderse, pues hablamos de una cuantiosa inversión que se pone en riesgo y que podría desarticular institutos y proyectos enteros. 

Pero antes de vociferar, la primera pregunta que deberíamos hacernos es: ¿cómo llegamos hasta aquí? La fragilidad de la ciencia en nuestro país no es algo nuevo. Para muestra, un botón: este año se destinó sólo 0.31 por ciento del PIB a ese rubro, mientras que países como Corea del Sur invierten 4.35 por ciento. 

Entonces, debemos reconocer que la investigación científica, en nuestra historia moderna, nunca ha sido una prioridad. Es muy fácil apuntar con el dedo, pero lo que hay que aceptar es: ¿cómo podría serlo, habiendo necesidades tan urgentes en materia de desarrollo social? 

No siempre podemos esperar de la ciencia “soluciones” y resultados rápidos a nuestros problemas (simplemente veamos lo que está pasando con la pandemia), y hay otras cosas en el país que necesitan atención urgente. 

Además, la inversión en ciencia no siempre da resultados rápidos porque no sólo se trata de comprar equipos de laboratorio o insumos para investigaciones específicas, sino de formar recursos humanos altamente especializados, un proceso que suele ser largo y costoso. 

Sin embargo, cualquier administración gubernamental que quiera dejar un legado que trascienda su sexenio, debe entender que la ciencia y la tecnología son dos de los elementos más importantes para un país soberano y con más opciones para sus habitantes. 

Los fideicomisos, si bien pueden tener su lado negativo, son una de las formas de paliar esa falta de prioridad para el desarrollo científico en el país. Desaparecerlos así sin más no puede ser una opción para un gobierno que se toma en serio a la ciencia. 

Los fideicomisos trascienden administraciones gubernamentales y protegen los recursos destinados a este ámbito. Lo anterior quiere decir que difícilmente esperamos en el mediano plazo que llegue un gobierno comprometido con aumentar la investigación científica y el desarrollo tecnológico, por lo que estos instrumentos son a veces la única opción para que lo urgente no nos haga perder de vista lo importante. 

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jl/I