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La narrativa y la realidad, pendientes mexicanos

Nos encontramos a dos meses y días de la conclusión de este 2020 que ha sido, definitivamente, un año totalmente inusual debido a las repercusiones de la pandemia de Covid-19 que ha impactado al planeta y cuyos efectos se ven, fundamentalmente, no sólo en el ámbito sanitario, sino también e igualmente importante, sobre el económico. 

La gran variedad de eventos y de noticias de las que se constituyó este año tuvieron un importante elemento de acompañamiento en nuestro país, y eso fue la narrativa administrativa que desde una óptica particular, no podría ser de otra forma, orientó la atención sobre elementos discursivos que lograron un cierto impacto sobre la ciudadanía que, sin embargo, no iban en concordancia con la evolución en el terreno del desarrollo de la economía, en todos sus componentes, y que evolucionaba de manera diferente que la narrativa presidencial. 

En 2019 se afirmaron bloques económicos internacionales en diferentes cumbres establecidas para esos fines, sin embargo, nuestro país se atrincheró en una sola posición, el cambio del Tratado de Libre Comercio (TLC) al TMEC (Tratado México, Estados Unidos y Canadá) que impulsaba el gobierno republicano norteamericano. La estrategia de crecimiento económico se ciñó únicamente a la gravitación norteamericana, incluyendo la canadiense, pero el caso mexicano se orientó exclusivamente a la relación con los republicanos, hecho que quedó evidenciado con la reunión del presidente mexicano y del estadounidense el 8 de julio de este año, en Washington, a la mitad del proceso proselitista electoral de aquel país. 

El gobierno mexicano ha considerado como una fuente de fortaleza económica un evento fortuito que no depende en absoluto de la productividad mexicana, esto es, las remesas como forma de definir fortalezas de la economía mexicana. Verdaderamente sorprendente. 

La confianza de la inversión externa en nuestro país se ha venido erosionando con decisiones desconcertantes, en las que la forma en que nuestro país rompe con los compromisos adquiridos se realiza a través de ejercicios insólitos de consultas que, por cierto, en sus fórmulas de organización no han dejado satisfechos al partido Morena en su cambio de dirigencia. Los resultados han sido poco satisfactorios para la atracción de inversiones como lo demuestran los casos emblemáticos del aeropuerto internacional de Texcoco y de la planta cervecera de la trasnacional licorera Constellation Brands, en Baja California. 

El tema de la productividad y de la inserción en los mercados internacionales, así como el impulso al fortalecimiento de la economía se ha sustituido por un discurso de carácter urgente, como lo es el asistencial; sin embargo, ésa no es sino una expresión importante de una de las zonas de atención, pero no incluye el tema de la proyección industrial y económica de nuestro país. 

De haber pasado de un nivel de grandes expectativas en los índices de confianza del consumidor y empresarial, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), los números se han transformado en conservadores. 

Se requiere un serio y profundo análisis que, de no tenerlo, es tiempo de realizarlo y hacer coincidir la realidad con la narrativa para establecer condiciones estables de dos elementos importantes, el eventual triunfo de los demócratas en Estados Unidos y la transformación del escenario Covid en el mundo. El tiempo avanza, la realidad también y la narrativa es la misma, tiempo de transformaciones en la proyección de las políticas en el país. 

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jl/I