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Embustes e improvisaciones en el manejo de la salud pública

Hace unos días, un diario de circulación nacional publicó un artículo de Ricardo Raphael que muestra datos sobre cómo la supuesta preocupación del gobierno de Andrés Manuel por los pobres es demagogia pura. La inversión en salud, uno de los grandes igualadores sociales, no ha crecido un solo punto porcentual durante la actual administración respecto de la pasada. En 2018 se invirtieron 400 mil millones de pesos y este año, apenas 430 mil. Lo que, en términos reales, luego de descontar la inflación, deja la inversión en salud prácticamente igual. 

Por otra parte, el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para 2021 reduce en 30 por ciento la inversión para los beneficiarios del Insabi (que debe atender a los sectores más vulnerables), al pasar de 3 mil 607 pesos en promedio por beneficiario a 2 mil 602 pesos. 

Pero esto no es lo más grave. Andrés Manuel es un conservador de clóset cuyas decisiones afectan a los que menos tienen. Desde su llegada a la Presidencia se ha dedicado a dar marcha atrás a la descentralización de recursos y facultades en materia de salud, política que llevó décadas instrumentar, y en su lugar ha impulsado una recentralización. Algo de por sí grave y contrario al espíritu federalista, pero que es más grave porque lo ha hecho con improvisaciones e improvisados. 

Desapareció el Seguro Popular (programa que el gremio médico nos cansamos de denunciar como precarista y demagogo) sin tener lista una alternativa que subsanara los vicios adquiridos y las deficiencias de origen, y brindara un verdadero acceso a la salud a los mexicanos que más lo necesitan. Y en su lugar creó el bodrio llamado Insabi, que ni brinda salud ni trabaja por el bienestar ni tiene reglas de operación, al frente del cual puso a un improvisado con vocación de antropólogo. 

El gobierno centralista de Andrés Manuel quita recursos y facultades a estados y municipios, y envuelve este retroceso político en una retórica mojigata y moralina (que denuncia las vigas en el ojo ajeno y esconde las vigas en el ojo propio) que cada mañana lanza acusaciones de corrupción a diestra y siniestra sin respaldarlas con las debidas denuncias e investigaciones. 

Y lo peor está aún por venir. Durante los últimos meses Andrés Manuel ha anunciado que su gobierno realizará compras centralizadas de medicamentos en el mercado internacional y que lo hará a través de la UNOPS (organización del sistema ONU). Por su trabajo, la UNOPS le cobrará al gobierno mexicano alrededor de 2 mil 200 millones de pesos y será la responsable del manejo de 100 mil millones de pesos para la compra de medicamentos. 

Las complicaciones son evidentes. ¿Quién y cómo va a decidir el tipo, la cantidad, las presentaciones y las concentraciones de los medicamentos, pruebas y reactivos de laboratorio e insumos en general que deben adquirirse? ¿Está lista la logística detrás de la administración de un inventario tan complejo (que exige condiciones de manejo y conservación especializadas) y de una red de puntos de consumo tan dispersa? Estamos a finales de 2020 y esto debiera funcionar sin fallas desde el arranque de 2021, de lo contrario quienes pagarán las consecuencias de las improvisaciones e ineptitud del gobierno federal serán los mismos de siempre, los pacientes y en especial los pacientes más pobres. 

Andrés Manuel con su chabacanería habitual, producto de su ignorancia supina, ha llegado a afirmar que almacenar y distribuir medicamentos es igual que almacenar y distribuir pastelillos y refrescos. No advierte que sus improvisaciones van a generar una grave escasez de medicamentos. 

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jl/I