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Justicia para Mezcala

El miércoles de la semana siguiente será 25 de noviembre y, de acuerdo con la leyenda de la resistencia histórica del pueblo originario coca de Mezcala, en el municipio de Poncitlán, Jalisco, ese día, como cada año desde 1816, sus ancestros, sus muertos, “pasean por el pueblo, por el lago (de Chapala), por la isla (de Presidio), salen y susurran a sus oídos los cuidados que deben de tener al territorio”. Cada 25 de noviembre los insurgentes de Mezcala rondan por el pueblo y les recuerdan a los pobladores actuales, sus descendientes, que sigan gritando que su historia no ha terminado. Los animan a seguir en la resistencia porque la tregua que pactaron a la guerra que ellos protagonizaron hace más de dos siglos, hace mucho que perdió vigencia. 

Cada 25 de noviembre este pueblo de origen prehispánico celebra y rememora que sus ancestros nunca fueron vencidos en la guerra que sostuvieron entre los años 1812 y 1816 contra el “ejército realista, con superior capacidad en armamento, arsenal bélico, disciplina de guerra y condiciones de vida”. Desde entonces, como ellos dicen, les han querido despojar de sus tierras. Así que el 25 de noviembre de 1816 el gobierno virreinal debió pactar una tregua y un indulto con los insurgentes a la vez que, también desde entonces, esta lucha logró que se les reconociera como únicos dueños y poseedores de su territorio que abarca alrededor de 3 mil 600 hectáreas de tierra, bosques, aguas y la isla de Presidio. Así está reconocido en el título primordial que data del 1534 y suscrito por don Antonio de Mendoza, en nombre del emperador rey de España don Carlos V. 

La memoria histórica de esta lucha ha alimentado la resistencia que desde entonces, y hasta la fecha, ha logrado mantener viva este pueblo originario que se ha mantenido firme en su negación a mercantilizar su territorio y sus paisajes. Desde entonces y hasta ahora ellos se han opuesto a todos los intentos para privatizar sus tierras comunales tal y como hace tiempo lo hicieron en los pueblos de Chapala y Ajijic. En todos ellos los propietarios originales de la tierra terminaron convertidos en los sirvientes de los nuevos dueños, muchos de los cuales son extranjeros. 

El territorio de Mezcala históricamente ha sido asediado por intereses particulares y políticos. Los comuneros cocas siempre y aún ahora han tenido que luchar contra el despojo. Diferentes autoridades municipales, gobiernos federales y estatales también lo han intentado con diversos megaproyectos turísticos disfrazados de culturales. 

Son muchos quienes han intentado despojarlos de su territorio. Por cuestiones de espacio no puedo mencionar todos los casos. Interesa por el momento solo aludir el más reciente. Al que hizo desde fines del siglo 20 el empresario Guillermo Moreno Ibarra, quien, aprovechando la traición del comunero Cresenciano Santana, y haciéndose pasar por miembro de la comunidad, invadió alrededor de 10 hectáreas en la parte boscosa del cerro El Pandillo, paraje desde el cual, por cierto, se pueden apreciar las mejores vistas y paisajes del lago de Chapala. 

Así que, este año, podríamos pensar que, en su visita anual, sus ancestros tendrían una tarea más: susurrarles, o mejor gritarles, a los jueces del Segundo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Tercer Circuito para que, por fin, decreten justicia para el pueblo de Mezcala y dicten una sentencia condenatoria contra el invasor Guillermo Moreno Ibarra. Los comuneros de Mezcala llevan más de 20 años exigiendo justicia, que les devuelvan sus tierras y que los dejen vivir como ellos desean hacerlo. Es momento de que así suceda. 

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jl/I