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El legado de José Clemente Orozco

(Herencia. Entre sus obras más destacadas está la del palacio de gobierno de Jalisco. Foto: Archivo NTR)

La Secretaría de Cultura (SC) federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través del Museo Nacional de Arte (Munal), recordaron este 23 de noviembre a José Clemente Orozco, a 137 años de su nacimiento. 

Su vocación por la pintura fue innata, sin embargo, hizo intentos en otras disciplinas, como estudios preliminares en agronomía, al tiempo que asistía a las clases nocturnas de la Academia de San Carlos. 

José Clemente Orozco nació en Ciudad Guzmán, Jalisco, el 23 de noviembre de 1883, y en 1890 llegó a la Ciudad de México con su familia; junto a la casa donde vivía estaba una imprenta que trabajaba con los grabados de José Guadalupe Posada, y fue ahí donde tuvo el primer contacto con el arte. 

Durante la Revolución, Orozco se unió al ejército carrancista. Así, durante la estancia del grupo en la ciudad de Orizaba formó parte de la redacción del periódico La Vanguardia, a cargo del mismo ejército. El puesto de Orozco fue de ilustrador y caricaturista, bajo el liderazgo de Gerardo Murillo, Dr. Atl. En su vida, también participó en las publicaciones El Imparcial y El Hijo del Ahuizote. 

En 1916, luego de la toma de la capital por Venustiano Carranza, Orozco fue testigo de los excesos de la conquista militar y se separó del movimiento. Como parte de su protesta, montó una exposición de caricaturas en contra de Carranza, la cual no fue bien recibida, y salió del país hacia California, donde trabajó como artista independiente, pintor de letreros y retocador de fotografías. 

Cuando inició el movimiento muralista, en 1922, Orozco regresó e intervino en el proyecto de la Escuela Nacional Preparatoria, el cubo de la escalera de la Casa de los Azulejos y un muro de la Escuela Industrial de Orizaba. 

Orozco viajó nuevamente a Estados Unidos y en 1930 recibió una comisión con la que se genera su obra Prometeo, en la cafetería del Pomona College en Claremont, California, convirtiéndose en el primer mural pintado por un mexicano en Estados Unidos. En 1932 también impartió clases de pintura en esta misma universidad. 

Entre las obras más importantes de Orozco se encuentra su mural Katharsis, en el Palacio de Bellas Artes; los frescos del Paraninfo de la Universidad de Guadalajara; la escalera del palacio de gobierno de Jalisco y el conjunto de murales del Hospicio Cabañas, espacio considerado como la Capilla Sixtina de las Américas. En todas ellas, el fuego es uno de los elementos más constantes y representativos. 

En 1940, México hizo una colaboración con el Museo de Arte Moderno (Moma) en Nueva York para la exposición Veinte siglos de arte mexicano, en la que invitan a José Clemente Orozco para la creación de una obra mural en vivo. De esta presentación devino Dive Bomber and Tank, un mural de seis tableros intercambiables, donde se hace énfasis en la industria bélica de la Segunda Guerra Mundial. 

En los últimos años de su vida realizó una gran cantidad de obras de caballete, varias de las cuales se pueden encontrar en la colección general del Museo Nacional de Arte. Destacan las piezas Cabeza flechada (1947), Guerreros españoles e indios (1947) y El desmembrado (1947), todas relacionadas con la Conquista de México, y de la serie Los teules o Los teules 2, en la que Orozco se inspira en la obra Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, del cronista Bernal Díaz del Castillo, para crear escenas de batallas, hazañas guerreras y ritos prehispánicos. 

jl/I