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Dos años de AMLO y su aprobación

Cumplió dos años de su administración el presidente Andrés Manuel López Obrador con niveles de aprobación que oscilan entre 57 y 64 por ciento, según distintas encuestas de opinión. Llegó con buen respaldo a un tercio del sexenio, a pesar de la grave crisis de salud por la pandemia, los enormes problemas en la economía nacional y la inseguridad pública alarmante. Aún con los yerros de su gobierno, reiteradamente señalados por analistas, partidos opositores y grupos de poder, López Obrador mantiene considerable apoyo. ¿Cuáles son las posibles causas? Menciono seis hipótesis. 

Primero. La mayoría de la población rechaza la posibilidad de un regreso a la Presidencia del PRI y del PAN. Ambos partidos tuvieron su oportunidad y dejaron un desastre de país. La mayoría de los electores decidió echarlos. Y ahora, sin pudor ideológico, los que eran acérrimos enemigos acordaron ir juntos en 2021, con el PRD. La mayor parte de los electores le está dando oportunidad, hasta ahora, a quien, con todo y sus aciertos y desaciertos, ha prometido cambios profundos. Que los cumpla es otro asunto. 

Segundo. Las conferencias mañaneras, el uso de las redes sociales y darles espacio a medios alternos son parte de la estrategia de comunicación que le ha funcionado al presidente. Con todo lo criticable que tienen, que no detallo, las más de 500 que ha ofrecido le ha permitido marcar agenda; posicionarse políticamente; replicar, criticar y estigmatizar adversarios, y mandar mensajes sencillos a la población simpatizante. Sus discursos en Palacio Nacional y en sus constantes giras por el país no son para las cúpulas ni para los intelectuales. 

Tercero. La mayoría de los medios informativos tradicionales lo tiene en la mira con sus críticas. Es parte de su función. Sin embargo, con sus matices y excepciones, dueños y directivos estuvieron vinculados y hasta simpatizaron con anteriores administraciones, en una convivencia de mutuo apoyo y valores entendidos. Al llegar otro grupo al poder, se rompieron vínculos y acuerdos, y se conforman nuevos. El sistema de medios se reacomoda. La fractura en la relación entre medios y la 4 T viene de tiempo atrás, pero se acentuó en el nuevo escenario político, donde la crisis económica y de credibilidad pega fuertemente a empresas informativas. Un rasgo mediático es la escasa pluralidad, que impide escudriñar otras lecturas de lo que sucede en México. 

Cuarto. Los programas sociales de López Obrador, con sus fallas y usos políticos, están llegando a sectores vulnerables y olvidados. Ese México soterrado, amplio, ignorado, muchas veces manipulado por las cúpulas, está atento a lo que sucede. Percibe que tiene una oportunidad de mejorar su vida con el nuevo gobierno federal. Que se avance o no, y en qué medida es otro asunto. 

Quinto. Las redes sociales son uno de los espacios de confrontación entre seguidores y detractores del presidente. Pero las redes no son ni reflejan la realidad del país. Se les ha, diría, endiosado. Son importantes, sí, con virtudes y defectos, pero no involucran a un importante sector de la población ajeno a las campañas de lodo, debates o temas que ahí circulan. Detractores y apoyadores, que son rudos y tienen fuerza, se dan con todo en las redes, con poco impacto externo. 

Sexto. Las necesarias críticas al gobierno en turno van desde los insultos, el clasismo y el racismo hasta los cuestionamientos precisos, certeros y demostrables. Las agresiones se pierden; las críticas fundadas persisten y han sacudido a la administración. Numerosos detractores recurren a los calificativos, al linchamiento, la exageración, las medias verdades, lo cual los pinta como opositores de hígado, poco serios. Pierden credibilidad ante una población que va más allá y que exige cambios, con justa razón y derecho. 

Twitter: @SergioRenedDios

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