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Evaluación integral a candidatos

A partir de las experiencias de la primera y segunda guerra mundiales se fueron desarrollando técnicas psicológicas para la evaluación de las personas candidatas para un determinado puesto del trabajo militar y así buscar seleccionar a las más adecuadas para evitar errores en el desarrollo de las actividades del cargo y lograr la mayor eficiencia y eficacia en las mismas. 

En los últimos años, estas técnicas de evaluación psicológica se han ido perfeccionando y así es como se han logrado pruebas psicológicas, neuropsicológicas y proyectivas, modelos de entrevista, inventarios, escalas, registros conductuales, registros instrumentales, análisis de documentos, entre otras, para considerar los niveles y características de la inteligencia de aspirantes, personalidad, aptitudes, actitudes, intereses, entre otros elementos. 

Hoy en día, en las empresas, en las instituciones y en las escuelas y universidades, se llevan a cabo procesos científicos y rigurosos de evaluación integral. Por ejemplo, se contemplan revisiones curriculares (trayectoria de vida) y psicológicas y médicas para una adecuada selección de las personas candidatas para cubrir un puesto, y así obtener un mejor logro de los objetivos organizacionales. 

Lamentablemente, la selección y elección de candidatos a funcionarios, magistrados y legisladores se sigue realizando con criterios políticos, cupulares y a veces unipersonales, sin incorporar criterios científicos y objetivos-subjetivos, lo cual provoca que muchas veces no lleguen las personas adecuadas para cumplir las responsabilidades y las tareas que tenían encomendadas en perjuicio de instituciones y sociedad. 

Estas decisiones, muchas veces injustas e inadecuadas, llegan a tener alcances negativamente inimaginables y generan corrupción, ineficiencia, intrascendencia, pésimas inversiones en obras y servicios, polarización social y retrasos en la solución de problemas y satisfacción de necesidades. 

Ante este panorama, muchas y muchos de esos funcionarios, magistrados y legisladores desde una óptica organizacional tendrían que ser despedidos por problemáticos, incompetentes, corruptos y/o flojos. 

Ciertamente en algo se ha avanzado al solicitarles a las y los candidatos a dichos puestos sus declaraciones patrimoniales, fiscales y de intereses; sin embargo, no siempre cumplen o lo hacen de manera incompleta. 

En tiempos de crisis y de procesos electorales no podemos seguir padeciendo a este tipo de personajes. Las y los ciudadanos necesitamos contar con la certidumbre de que las y los candidatos de todos los partidos sean evaluados integralmente por profesionales de la psicología y así contar con elementos para decidir fundamentadamente qué personas nos representarán. 

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jl/I