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La autonomía del Inai, indispensable

La respuesta que dio el presidente Andrés Manuel López Obrador sobre las razones de la posible desaparición del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai) como organismo autónomo es preocupante. Lo es si ignora lo que realmente sucede con la transparencia o, peor, si lo conoce y esa es la razón que motiva el cambio. 

La transparencia en México es sin duda uno de los avances democráticos más importantes porque, aunque ha tenido algunos tropiezos o pasos hacia atrás, en términos generales ha evolucionado a favor de los ciudadanos. 

Y los tropiezos y pasos hacia atrás podemos atribuirlos más a los sujetos obligados en los diferentes niveles de gobierno que a los órganos garantes. 

Según el presidente, la transparencia que habría en su gobierno hace que no sea necesario que exista un órgano autónomo que la garantice. Sí, tiene razón cuando refiere que la ley marca obligaciones, pero en México no son pocas las obligaciones marcadas en la legislación que en la práctica son inexistentes. 

La realidad es otra. Los sujetos obligados tienden de manera permanente a cumplir con lo mínimo y a eludir la vigilancia. Las respuestas a las solicitudes de información encuentran de manera constante omisiones, negativas e incluso información falsa. 

El futuro del Inai estaría ligado a la propuesta del presidente para desaparecer diferentes órganos autónomos, con el argumento de su alto costo. Al igual que sucedió con la desaparición de fideicomisos, se parte de una idea general y no de una revisión detallada y a fondo sobre las funciones que se realizan desde cada institución. 

Actualmente la autonomía de los órganos garantes del acceso a la información tiene como limitante más significativa la dependencia económica del Poder Ejecutivo, pues su presupuesto y, por ende, personal, materiales y herramientas dependen de la voluntad de los gobernadores o del presidente. A pesar de eso, se han convertido en un aliado importante de los ciudadanos. 

Desde los estados, por ejemplo, la Plataforma Nacional de Transparencia ha significado un cambio importante. La posibilidad de hacer solicitudes de información y presentar recursos por esta vía simplifica los procesos y los vuelve accesibles. 

Una de las herramientas que permite la plataforma, por ejemplo, es el recurso de transparencia, cuando un sujeto obligado no cumple con la entrega de información fundamental, esa a la que el ciudadano tendría derecho a tener acceso sin necesidad de solicitarla. El recurso puede presentarse en la misma plataforma de manera sencilla. 

La plataforma cambió también la actitud de los sujetos obligados en el estado, pues a raíz de que se convirtió en una opción para hacer solicitudes de información, los usuarios de la transparencia hemos percibido mayor presión hacia los sujetos obligados para responder o, al menos, para fundar y motivar sus negativas, elementos que posteriormente ayudan en la presentación de los recursos. 

Y finalmente podríamos destacar la facilidad que hay para presentar quejas sobre las respuestas, negativas o falta de respuesta de los sujetos obligados. 

Es cierto que el Inai es una institución con fallas y, a reserva de revisar lo señalado por el presidente, es posible que salga caro. Sin embargo, su intervención en el proceso de transparencia y rendición de cuentas es indispensable, pues lo más común en todas las esferas de gobierno es que los funcionarios en turno consideren que son los propietarios de la información que tienen a su cargo, sin contar la corrupción. 

Dejar la transparencia en manos de los sujetos obligados sería el peor retroceso para nuestro país. Lo será incluso si el proceso se judicializa y su defensa tiene que llevarse a tribunales. 

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jl/I