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Candidatos ‘botarga’

La lista de candidatos que presentan varios partidos para las próximas elecciones parece una portada de la revista TVyNovelas, y las sesiones del próximo Congreso serán transmitidas por Ventaneando. Estos chistes comenzaron a circular ampliamente a partir de que los institutos políticos de todos los colores anunciaron que comediantes, luchadores, deportistas, reinas de belleza y cantantes serán parte de sus abanderados. 

La decadencia de los partidos los ha llevado a buscar la manera de ganar simpatías para conservar privilegios y sus espacios de poder. De acuerdo con la encuesta Confianza en Instituciones 2019, realizada por Consulta Mitofsky, los partidos políticos y los diputados ocupan los últimos lugares de la lista de confiabilidad, incluso por debajo de la policía. En una escala de 1 a 10, alcanzan 5.4 y 5.3 puntos, respectivamente. 

De ahí la urgencia de acudir al mundo de la farándula que goza de mayores simpatías entre el público. La estrategia no es nueva, desde hace años se recurre a ella. Julio Alemán, Silvia Pinal y El Ratón Macías, entre otros, fueron legisladores. En el ámbito local el comediante Tito Mena y el payaso Lagrimita buscaron ser gobernadores. Emblemático fue el caso de Irma Serrano La Tigresa, pareja sentimental del ex presidente Gustavo Díaz Ordaz cuyo gobierno fue responsable de la matanza de Tlatelolco. La artista fue senadora, ni más ni menos que por el PRD. 

En algunos casos, los artistas ocuparon escaños en el Poder Legislativo porque eran representantes de sus gremios o porque independientemente de su actividad, tenían inquietudes o trabajo político previo. Pero no es la mayoría de los casos. 

No es que ser artista, deportista, payaso o reina de belleza descalifique a alguien para convertirse en legislador o en funcionario público. Todos los ciudadanos tenemos derecho a ser propuestos para ocupar un cargo de esta naturaleza. Es deseable que en el Poder Legislativo estén representadas las diferentes voces de la sociedad y haya pluralidad. 

El problema ocurre cuando son candidatos botarga, personajes vacíos de intereses y de propuestas políticas que se rellenan con lo que las cúpulas políticas les ordenan. Los partidos instrumentalizan así a las figuras públicas y al electorado. 

Paquita la del Barrio lo explicó con toda claridad cuando la cuestionaron sobre sus deseos de ser candidata a diputada postulada por Movimiento Ciudadano: “No sé a qué vengo aquí, yo sólo sé que hay personas atrás de mí que son las que me van a enseñar a manejar este asunto”. ¿Así o más claro? 

Es cierto que muchos de los legisladores y candidatos que no forman parte de la farándula siguen el mismo principio. Son, como decimos en el léxico político mexicano, levantadedos al servicio de las cúpulas partidistas. 

Los representantes de la farándula no llegan a ser los únicos candidatos botarga, también lo son algunos políticos profesionales que van cambiando de partido en función de sus intereses personales y de grupo político. Un día dirigen a un partido y al otro, pueden ser, sin ningún problema, líderes de quien fuera su más acérrimo rival. 

Así, el nivel de la discusión pública sigue descendiendo. No es que en los últimos lustros nuestras cámaras legislativas se hayan destacado por su alto nivel parlamentario. Recordemos al famoso bronx del PRI, el lado rudo de la bancada que entraba en acción para gritar, silbar, aplaudir o echar montón cuando se le indicara. Lo preocupante es que, en lugar de mejorar, el discurso político se degrada aún más. 

¿Habrá detrás de las máscaras, los disfraces y las medallas olímpicas algunas propuestas políticas dignas? El tiempo lo dirá. 

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