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Dos eventos: auditoría y candidatura

En los últimos 15 días, diferentes eventos han tenido un importante impacto en la ciudadanía debido al peso que éstos han registrado dentro de la comunicación política en el espacio público. Los inestables resultados de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) que han generado acciones imprevistas desde la Presidencia de la República hacia la Cámara de Diputados, solicitando la ratificación de los resultados de la auditoría al primer año fiscal de la actual administración federal. Por otra parte, en el ambiente partidista, la trascendental modificación, también inestable, de la nominación de la candidatura de Félix Salgado Macedonio a la gubernatura de Guerrero en que, de nueva cuenta, la Presidencia de la República estuvo involucrada en una defensa de esa candidatura hasta puntos que rayaban en la incomprensión del sostenimiento de lo indefendible. 

Ahora podemos observar una de las extrañas y pocas ocasiones en las que vemos funcionar el aparato administrativo en el concurso de dos poderes: el Ejecutivo y el Legislativo. La Presidencia de la República solicita la revisión y modificación del sentido de los resultados de la ASF a la presidente de la Cámara de Diputados. El problema para el Ejecutivo radica en que la ASF es una entidad autónoma dependiente del Poder Legislativo; el accionar de la auditoría tiene que ver con un encargo constitucional que depende del Poder Legislativo. En la historia, la conformación de la ASF se desarrolló como un fenómeno similar a la separación del IFE, ahora INE, de la Secretaría de Gobernación, con el objeto de que a partir de un organismo autónomo se eliminara la influencia del Ejecutivo en las decisiones de los procesos electorales. 

La Auditoría Superior de la Federación constituye un órgano de fiscalización de los fondos públicos ejercidos por las diferentes dependencias de la administración pública federal, y para despejar, como en su momento el órgano electoral, la influencia del Poder Ejecutivo sobre esa instancia de revisión de cuenta pública, se colocó en la Cámara de Diputados por constituir ésta un órgano de representación de las diferentes fuerzas políticas, en las que se buscó limitar el peso de una sola línea de influencia. Dejar a la ASF como lo fue en otros momentos, como una dependencia del Ejecutivo, restringiría de forma sustancial los informes y el trabajo de revisión de la cuenta pública. De esta forma, y aun cuando en este momento tienen una mayoría sustancial en la cámara, la decisión de la revisión de la cuenta no la tendrá una sola fuerza política que, en este caso es del presidente, sino que esto obligará a la realización de un debate multipartidista en la definición de un proceso transparente. 

El revés partidista, que por otra parte constituye para muchos un desenlace deseable en la medida en que la trayectoria del candidato Salgado Macedonio no se ajusta a las normas de la Comisión de Honor y Justicia de Morena y, públicamente, el desempeño del personaje no llenaba ni los mínimos necesarios para tener una representación de esa naturaleza. Por otra parte, en el centro mismo de ese tema se encuentra una posición que el presidente no ha entendido y no se siente comprometido, el enfoque de género. El lastimoso agravio que representa la trayectoria del personaje en cuestión y el apoyo incondicional de la Presidencia no quedaron claros en ningún momento. Ahora, lo que sigue es que en la nueva ronda de encuestas del partido, si bien se interrumpió el sostenimiento de la candidatura, no se excluye la posibilidad que de nueva cuenta la candidatura la obtenga Félix Salgado y, con ello, un descrédito de una parte del electorado que no está estructurado en un partido, sino en una ciudadanía que no se ve desde la estrategia electoral: la mujer. 

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