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Día Nacional de la Familia

Desde 1993, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) acordó conmemorar el 15 de mayo de cada año el Día Internacional de la Familia. En México, desde 2005, esta fecha se recuerda cada primer domingo de marzo por decreto presidencial. 

Esta conmemoración debe cumplir el propósito de evaluar y revisar las políticas públicas y los programas y acciones del gobierno en torno a la situación y las problemáticas de las familias, a fin de propiciar que estas cumplan, sobre todo en estos tiempos de cambios y de crisis.  

Las funciones correspondientes que se deben cumplir en la familia son: apoyarse mutuamente para lograr el desarrollo integral de sus miembros; iniciar los procesos educativos de las y los hijos; cuidarse y protegerse; nutrirse afectivamente; acompañarse y divertirse, entre otras. 

Estas funciones deben orientarse dinámicamente de acuerdo a los contextos y momentos históricos que las familias viven. Por ejemplo, los cambios en la estructura familiar (las separaciones, los divorcios y el decremento de los matrimonios), las modificaciones en las dinámicas familiares (actualmente los miembros conviven menos tiempo, por lo que la forma de comunicarse ha cambiado) y las condiciones en que las familias viven por las crisis económica, de seguridad ciudadana y sanitaria. 

No podemos aceptar visiones ingenuas y románticas de que las y los mexicanos tenemos una institución familiar ideal que cumple favorablemente sus funciones, desconociendo situaciones preocupantes como la violencia física, psicológica, sexual y/o económica que cotidianamente se vive en la gran mayoría de familias (muestra clara de ello es que en Jalisco en el 2020 se rompió el record de denuncias de violencia familiar con 11 mil 890). 

Tampoco se puede aceptar que la atención a la crisis sanitaria por el Covid-19 por parte de las autoridades federales, estatales y municipales, sea justificación para desatender a las familias, ya que otros problemas sociales deberían atenderse estratégicamente a partir de la atención a los temas familiares.  

Ante este panorama, hay que decir que debería definirse una política pública, planes y programas gubernamentales multidisciplinarios, científicos y creativos (no de sentido común ni con orientación religiosa), en los que la capacitación y actualización de los padres de familia y tutores fuera continua, multimodal y con facilidades para que la pudieran tomar. 

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jl/I