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Migrantes incómodos

A principios de 2020 se estimaba que había entre 10 millones 500 mil y 12 millones de migrantes indocumentados en Estados Unidos. De 2000 a 2017 se registró un descenso de al menos 2 millones de migrantes (BBC 13/07/19). Del conjunto, se estima que 5 millones son de origen mexicano. Frente a un flujo tan intenso de personas, los problemas se agudizan con políticas migratorias erráticas por parte de los distintos gobiernos de Estados Unidos, que pendulan entre la permisividad y las fuertes restricciones. 

No extraña que Donald Trump haya puesto en marcha una dura política en contra de los inmigrantes, los indocumentados y hasta con los llamados dreamers que estudian o trabajan y se han integrado a la sociedad que los acogió cuando eran niños. Sin embargo, cuesta comprender que el presidente Obama mantuviera un discurso abierto y favorable ante lo que aportan los migrantes, mientras en su gestión las deportaciones fueron masivas. 

Con Biden podemos diferenciar con claridad el discurso favorable, en pro de los migrantes, de un candidato, con el realismo ambiguo que impone el presidente en su propuesta de reforma. La política de Biden se orienta a permitir la residencia legal en los Estados Unidos a quienes vivan y trabajen allá, particularmente favorable para los dreamers y los trabajadores agrícolas. El objetivo central es regularizar el estatus migratorio de quienes son residentes y trabajadores, al tiempo que trata de desalentar nuevas oleadas de migrantes, advirtiéndoles que no obtendrán los beneficios de acogida que hoy se ofrecen a quienes ya viven en aquel país. 

Con su propuesta, el presidente Biden lanza un grito tardío con el que pretende frenar nuevos flujos migratorios: ¡Ya no vengan! ¡Quédense en casa! Los demócratas, con mayoría en la Cámara de Representantes, aprobaron el pasado 18 de marzo dicha reforma; la dificultad estará en el debate dentro del Senado, en donde si todos los demócratas votaran a favor, aún haría falta el voto de al menos 10 republicanos para que la iniciativa de Biden se aprobara. 

Los republicanos argumentan que, con la reforma, el Ejecutivo “promueve la migración ilegal en plena pandemia...y con alerta terrorista aún vigente”, lo que puede llevar “a una crisis humanitaria”. Eso infunde mucho miedo a los ciudadanos comunes, y aunque está claro que por años el trabajo de los migrantes ha empujado el crecimiento económico de los Estados Unidos y legalizar el estatus de los trabajadores, sería conveniente para todos, pero para los conservadores es importante dejar muy claro, que el costo político de poner reglas claras para quienes pretendan trabajar en los Estados Unidos, no lo quieren pagar los políticos republicanos. 

México va tarde y no ha definido con claridad su postura en ese debate ni cómo podría afrontar las consecuencias de estancias prolongadas de migrantes indocumentados en su frontera norte. En los hechos, le han convertido en un “tercer país seguro” que contiene las oleadas de migrantes principalmente centroamericanos y resiste la presión de los Estados Unidos mientras los inmigrantes realizan sus trámites con el fin de legalizar su estatus migratorio antes de ingresar a territorio estadounidense. 

*Profesor investigador del ITESO

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jl/I