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90 años de Ritcher

Ahora parece que la primera de las nuevas partículas que se descubre es un mesón que no está encantado en sí mismo (...) El anuncio del descubrimiento fue hecho simultáneamente por Samuel C. C. Ting y sus colegas en el Laboratorio Nacional de Brookhaven y por Burton Richter Jr., y un grupo de otros físicos en el Stanford Linear Accelerator Center 

Sheldon L. Glashow, ‘The Charm of Physics’, The American Institute of Physics-Simon & Schuster, New York (1991), p. 155 

 

Este 22 de marzo Burton Ritcher Jr. habría celebrado su 90 aniversario de no haber fallecido el 18 de julio de 2018, sin embargo, podemos recordar su fructífera carrera como físico experimental, reconocida con varios premios que le fueron otorgados a lo largo de los años, entre ellos el Nobel de Física 1976 compartido con Samuel Chao Chung Ting (1936) “por su trabajo pionero en el descubrimiento de una partícula elemental pesada de un nuevo tipo” según consigna el comunicado de la Real Academia Sueca de Ciencias (18 de octubre de 1976), “ese descubrimiento cambió las teorías existentes y forzó una recalibración en la física teórica que reverberó durante años” indican Andrew Myers y Glennda Chui en la necrológica publicada por la Universidad de Stanford (19 de julio de 2018). 

Cuark encantado 

Sabemos que la partícula subatómica elemental es el cuark, para plasmarla como lo acepta la Real Academia Española de la Lengua pues la palabra original en inglés es quark, sobre lo que ya hemos escrito en esta columna (ver El Diario NTR, El Pegaso de Sigüenza, 7 de febrero de 2016), y hacia 1974 se conocían tres tipos de ellos: up, down y strange (arriba, abajo y extraño), propiedades que en el argot de los físicos de partículas se denominan genéricamente como sabor y no tiene relación con el significado que asignamos a la palabra; desde la perspectiva teórica ya se postulaba desde 1964 la existencia del charm (encanto) pero es hasta los experimentos de Ting y Ritcher en 1974 por los cuales se descubrieron las partículas que en Brookhaven denominaron J y en Stanford psi cuando se empieza a aceptar la existencia de esta propiedad. 

Ritcher no solo propició las mejoras en el acelerador lineal de Stanford –por él dirigido de 1984 a 1999– que le permitieron hacer el descubrimiento, se involucró en el desarrollo de otros equipos y colaboraciones incluso en el propio Centro Europeo para la Investigación Nuclear (CERN). En una nota autobiográfica preparada en mayo de 2005 relata: “Desde que dejé el cargo de director de laboratorio en 1999, he dedicado una fracción cada vez mayor de mi tiempo a cuestiones internacionales. Estoy involucrado en temas de energía, medio ambiente y sustentabilidad, particularmente porque involucran nuevas fuentes de energía libres de gases de efecto invernadero. (...) Requerirá unir la ciencia y la tecnología con una buena política internacional, algo que siempre es difícil de lograr”. 

Twitter: @durrutydealba

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