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Construir contra ‘laissez faire’

Ni la guerra ni los abrazos acabarán con las circunstancias que han permitido al crimen organizado el control de la vida social, económica y política de una gran cantidad de pequeñas comunidades. 

Hace un mes, Óscar Balderas daba a conocer para MVS un reportaje acerca de la devastadora ametralladora minigun o M134 ensamblada por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) con un diseño propio y extramortífero, arma bélica de la que la organización criminal podría tener hasta 10 equipos. Se trata de una tecnología que ha estado disponible para los ejércitos de la OTAN desde la década de 1960, cuyo uso en México está restringido para uso exclusivo del Ejército. 

El contrabando de las piezas para su ensamble hace pensar en todo un aparato de corrupción sistemática en las aduanas logrado por el cártel y en una operación de largo plazo con objetivos bélicos para el equipamiento de su Ejército que, más que clandestino, es popularmente solapado en vastas regiones del occidente de México, principalmente. 

El 21 de abril, el secretario de Estado Luis Crescencio Sandoval, titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), hablaba del ataque con drones explosivos en contra de un convoy de la Policía de Michoacán, que se atribuyó al CJNG, pero que este fin de semana la organización negó haber perpetrado. El fiscal de Jalisco, Gerardo Solís, aceptó que en el estado ha habido un solo ataque con dronazos bajo investigación, pero no reveló el lugar, la fecha ni las circunstancias de la ofensiva. 

Sandoval adelantaba que, hasta ahora, el uso de drones no ha tenido eficacia para vulnerar a las fuerzas de seguridad del Estado mexicano. Sin embargo, los ataques experimentales hacen pensar en una intención de los cárteles de implementar formas de armamento hasta ahora usadas solamente por los ejércitos de las grandes potencias bélicas. 

Es en comunidades olvidadas, como notoriamente lo es Aguililla, pero en amplias zonas sin proyección mediática en zonas rurales de Jalisco y Michoacán, donde el CJNG sienta sus reales. Esas regiones marginadas, olvidadas y desdeñadas por las instituciones, son el nido perfecto para los batallones del crimen organizado. También en las zonas urbanas con características similares de marginación y hastío son el campo de batalla donde el Estado pierde terreno y lo gana la mafia. 

Ante un sistema económico y político que fomenta la maximización de los márgenes de ganancia, un mundo en que cada persona ha de luchar por su bienestar esperando, acaso, algún subsidio de un gobierno que se dice benefactor y defensor de los pobres, pero que en realidad solo reparte migajas, la sociedad se divide en pos del interés individual. 

Los supuestos abrazos pregonados por el autoproclamado mesías político se han convertido en un verdadero laissez faire, laissez passer que deja en manos de los gobiernos locales la contención de las actividades criminales sin otra herramienta que corporaciones policiales desvencijadas con mínima capacidad operativa, inoculadas por la delincuencia organizada, a veces desde la cabeza, hasta la médula. 

Sin un presupuesto para operar programas sociales que de veras transformen a las comunidades para que la gente tenga una vida digna y una alternativa con respecto a la derrota ante las actividades ilícitas, ninguna actividad policial será fructífera. 

Los gobiernos municipales y estatales necesitan recursos para dirigirlos a quienes más los necesitan, no a través de subsidios demagógicos, sino mediante estrategias de construcción de comunidad basadas en la cooperación solidaria de las personas con las instituciones y empresas con vocación humana. 

Twitter: @levario_j

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