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La opacidad ideológica de las campañas

De forma constante, progresiva y sin retorno, nos acercamos a una de las elecciones intermedias que han suscitado un interés importante en nuestro país, en razón de la conformación de las estructuras de mayor poder y que están ancladas en nuevas ofertas, como lo son el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), fundado como partido en 2014, así como Movimiento Ciudadano (MC), anteriormente denominado Convergencia, fundado como una nueva opción en 2011. 

Las elecciones de 2018 constituyeron un extraordinario y complejo proceso en el que la ciudadanía pudo expresar, de forma incuestionable, un amplio voto de castigo a la oferta vigente hasta ese momento, básicamente representada por el PRI, el PAN y el PRD. Las evidencias de décadas de políticas gubernamentales sin convencimiento a la ciudadanía de esquemas indiscutibles de desarrollo económico, de proyección de productividad internacional, de mejoramiento social de las condiciones de distribución social de los recursos del país, de ampliación en los esquemas de seguridad y bienestar que, por muchos años estuvieron representados por la oferta partidista posrevolucionaria, agotaron a la población y entonces, ofertas de representación política, como la de los nuevos partidos y en su momento, de algunas candidaturas independientes, constituyeron un giro progresivo que dio un resultado importante en las elecciones de 2018. 

En lo federal, Morena constituyó una alternativa para áreas de ciudadanos interesados en transformar el panorama de representación política. El carisma del candidato presidencial, que tenía trabajando 12 años en ese proyecto electoral, logró permear en las expectativas de una ciudadanía interesada en experimentar una trasformación del statu quo del gobierno del país. El pasmo con el que se quedaron los partidos cuestionados en lo federal, encontró un nicho regional que les dejaba un margen de operación segmentado, pero de bases territoriales regionales con las que han seguido operando, y con un crecimiento de una oferta nueva, como lo fue en Jalisco MC y ahora en Nuevo León. 

La evolución de la fase proselitista ha avanzado con un enorme furor e intervención de diferentes autoridades, nacionales, estatales y municipales, porque se enfrentan al reto de establecer, en todas esas dimensiones, las estructuras de mayoría dominante en todos los ambientes. Si bien la conformación de la Cámara de Diputados federal reviste una importancia estratégica para la consolidación de los proyectos del gobierno en funciones, los escenarios regionales y locales tienen también poderosos ingredientes para lograr la conformación de las correspondientes mayorías. 

La estridencia mediática que acompaña el proceso electoral constituye un factor de una difícil comprensión para los ciudadanos de entender el esquema de base de las plataformas ideológicas y de los planes de trabajo de cada uno de los partidos. 

El juego de las carpetas de investigación para diferentes candidatos por parte de las estructuras de gobierno, así como la presencia, cada vez más restrictiva de zonas dominadas por el crimen organizado, constituyen elementos difíciles de superar. La improvisación de muchos candidatos y la gran diversidad de sus procedencias han marcado una cierta ambivalencia en las tendencias electorales. 

Será importante que después del proceso electoral se realice una revisión de la elección en todos sus componentes, dado que hay ofertas políticas que se han desgastado poderosamente y las nuevas propuestas, en la medida en que constituyen solamente elementos discursivos sin anclajes en políticas administrativas, establecerán la duda ciudadana. Faltan pocos días y en esos días los ciudadanos tienen un reto: por quién emitirán su voto. Eso es un tema que no en todos los casos estará resuelto, sino hasta el día 6 de junio. 

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jl/I