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El elector, con voto diferente: pensado y diversificado

El proceso electoral del 6 de junio dio como resultado un mensaje de los electores que se observa por la forma en la que votaron los ciudadanos, al establecer disposiciones diferenciadas de intereses expresados en los que no se vio una manera única de votar, sino que, a partir de intereses diferentes, se dispersó el sentido de las votaciones y colocaron de manera distinta la correlación de fuerzas en los tres ambientes en los que se votó: federal, estatal y municipal. 

La jornada de votación constituyó, pues, un momento importante de empoderamiento ciudadano que los partidos no han captado, porque se trató de una evaluación, así como de ciertas proyecciones que se generaron por parte de los electores al expresar sus opiniones respecto a las ofertas de representación política. El trabajo de reflexión y de emisión de votos de los electores, no resultó como producto de algún trabajo profundo y serio de promoción de los partidos para generar atracción de parte de los votantes, que se mantuvieron muy al margen de los ciudadanos y se concentraron en una competencia desbordada entre partidos. 

Casi 55 millones de spots constituyeron un mar de elementos en los que, paradójicamente, poco o casi nada lograron comunicar los partidos políticos, desaprovechando una oportunidad excepcional de dar a conocer plataformas electorales innovadoras o por lo menos atractivas. El ataque directo entre partidos entró en el laberinto de la radicalización de posiciones encontradas entre ellos, pero sin externar propuestas en las que hubiera elementos como la dimensión pensada de la administración pública, la definición de la líneas estratégicas de abordaje de los principales temas de preocupación ciudadana, la consideración de las opiniones de los ciudadanos en torno a las estrategias de administración pública y la claridad de la oferta que tiene un partido, al margen de los demás, estableciendo una oferta de representación racional. 

La polarización colocó a los partidos entre dos bandos, unos y los contrarios, sin opción de otras consideraciones. Justamente, al margen de los partidos, de los discursos antagonistas, los electores comenzaron a darle forma a diferentes ofertas que se extraen fuera de la estridencia proselitista. Así, los votantes proyectaron esquemas diferentes en la emisión de los votos. No se trata solamente de las ofertas ganadoras, sino del sentido de las votaciones en su conjunto, de las que se pueden extraer mensajes importantes del electorado. 

En las elecciones democráticas la única incertidumbre existente es la de los resultados y las proyecciones que se habían realizado, y se basaban en una gran serie de encuestas de las que en pocos casos se tenía algo de su claridad y seriedad. De esta forma, la sorpresa que se llevaron los partidos es que, a raíz de su desconexión con las bases ciudadanas, no con sus bases militantes duras, sino de la integración de zonas importantes de electores preocupados por la dimensión que constituyen la políticas públicas y la forma en la que éstos se encuentran representados en ellas, decidieron dar un mensaje en el que la hegemonía de la mediación de los partidos estableciendo discursos únicos, ya no constituye el elemento único de atracción para votantes que piensan de forma diferente y expresan sus preocupaciones políticas. 

Se requiere un análisis meditado del contenido de las votaciones en este proceso y que los diferentes actores comprendan algo que han dejado al margen, la opinión ciudadana. En ejercicios pasados fueron las candidaturas independientes las que generaron ese mensaje; en este caso lo ha sido la diversificación del voto, con lo que las preferencias del elector ya no están del todo capturadas por las mediaciones de partidos, con lo que el trabajo de los partidos se debería establecer en la reconexión ciudadana. 

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