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López-Gatell: adiós a la impostura

Hugo López-Gatell se despidió de su conferencia de prensa. La abandona dejando una estela de innumerables polémicas y una inquietante transformación: pasó de un técnico afable a un censor explosivo. 

Al inicio de la epidemia, buena parte de los países implementaron ruedas de prensa para informar sobre la evolución de los contagios, así como las medidas que cada uno de ellos iban aplicando. 

Entonces surgieron personajes como Anthony Fauci –en Estados Unidos– o Fernando Simón –en España–, entre otros, que salieron a explicar la emergencia a una población ávida de información para enfrentar lo desconocido. Esos especialistas y notables epidemiólogos se convirtieron en faros que intentaban dar certidumbre en medio de la atroz epidemia. 

En México, desde enero del año pasado, surgió el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud. 

La primera impresión que tuve de López-Gatell era la de un tipo amable con el perfil exacto para enfrentar la pandemia. Sus credenciales académicas lo marcaron con un posdoctorado en el Departamento de Epidemiología del Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health. En la revisión de su biografía resaltaba que era la mente que diseñó la reforma al Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica. Además estuvo en la primera línea cuando sucedió la epidemia de la influenza A/H1N1. 

A partir de esas primeras semanas, en que hasta era portada en revistas del corazón, logró colocar a corresponsales de prensa a modo en la primera fila de sus conferencias. Igual que en las mañaneras, siempre privilegiaba la atención a aquellos medios afines a las políticas de la cuarta transformación. Por ahí se colaba uno que otro reportero que lo cuestionaba, pero Hugo lograba llevarlo con afinidad. 

Esto duró unos cuantos meses. Luego sacó una vena intolerante ante el periodismo crítico que lo llevó a tener varios choques con reporteras y reporteros que acudían a sus conferencias. Cada vez perdía los estribos con mayor frecuencia. 

Recuerdan la ocasión que se enfrentó al The New York Times, The Washington Post y El País por sendos reportajes que advertían que la cantidad de las muertes provocadas por la epidemia era muy superior a las señaladas oficialmente. Cuando los argumentos terminaban, López-Gatell acudía a la vieja confiable: la infodemia. 

En este año bateaba una y otra vez preguntas o publicaciones críticas acusándolas de ser destacadas por “medios corporativos” –término que representa, según él, a los medios grandes con interés en denostar a la 4T– y hasta habló en varias ocasiones de la “prensa morbosa”. 

Fuera de contexto, cierto, pero cabe recordar algunas de sus frases que fueron directamente a los titulares de la prensa. Este ejercicio creo que puede servir para ilustrar cómo evolucionó su impostura: 

-“El nuevo coronavirus se comporta como un virus de agresividad leve comparado con la influenza estacional” 

-“Quédate en casa, es muy simple el mensaje, quédate en casa” 

-“La fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio” 

-“El usar cubrebocas tiene una pobre utilidad o incluso tiene nula utilidad” 

-“Esta idea de que hay que hacernos todos la prueba parte de una visión completamente fuera de lugar” 

-“Hay mucha mitología en lo que hemos escuchado en la prensa internacional, de que se necesitan construir hospitales especiales o tener centros exclusivamente para el coronavirus. No” 

-“No hay ninguna contraindicación médica o epidemiológica de salir a caminar. Mi capacidad contagiante es mínima” 

Hoy, más allá de las palabras y de sus formas, este fin de ciclo mediático lo deja así: México es el cuarto país del mundo con más muertes, el segundo en letalidad y uno de los primeros en personal sanitario fallecido por Covid-19. 

Twitter: @cabanillas75

jl/I