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Curules en color rosa

¡Vaya reto que tienen las futuras legisladoras en el Congreso local! La historia dejará escrito su desempeño, porque será la legislatura (la Sexagésima Tercera) con más mujeres en su historia. 

De las 38 curules, 24 son para mujeres, lo cual nunca antes había sucedido; hasta ahora que empezaron los criterios de paridad de género y con el apoyo de los electores. 

Hay que ponerlo con negritas. No llegaron solas ni le deben la curul a su partido; este espacio se lo deben a quienes votaron por ellas, porque lo hicieron por encima de los hombres y, si no fuera por sus votos, jamás estarían ahí. 

Ojalá que las próximas diputadas recuerden que su curul se la deben al ciudadano, no a su partido, y que cuando tengan que tomar decisiones piensen en ellos y no solamente en los beneficios partidistas. Aún podemos darles el beneficio de la duda esperando que no se impongan los criterios partidistas en los asuntos que tienen que beneficiar a los jaliscienses, pero sobre todo a las mujeres. 

En la actual Legislatura fracasó la bancada de mujeres que se integró al inicio; jamás lograron defender una causa juntas. Siempre hubo divisionismo, y en muchas ocasiones dejaron sola a su vocera, la priista Sofía García. Lo único bueno fue que la agenda feminista avanzó paralelamente debido al grupo de Las Paritaristas, que representa a mujeres que hacen política de todos los partidos políticos, lo cual evidenció que si se quiere, puede hacerse lo mismo dentro del Poder Legislativo. 

Las expectativas son altas para las diputadas de la siguiente Legislatura porque tienen la alfombra tendida para poder marcar la diferencia respecto a sus antecesoras e imponer una agenda de género; luego de tantos años que han sido olvidadas, están obligadas a demostrar que llegaron al cargo por sus conocimientos, por su capacidad, por su trayectoria y no simplemente por una cuota de género. 

En este momento no se valen las peleas entre grupos de diputadas de diferente partido político; al contrario, deben aprovechar su fuerza y su número para poder hacer y organizar lo que los hombres siempre han pospuesto, como son los castigos a los agresores de mujeres, hacer funcionar los mecanismos de protección hacia ellas, obligar a los ayuntamientos a dar respuestas prontas cuando las mujeres violentadas piden auxilio y castigar las omisiones, las cuales también son negligencias involuntarias. Pero sobre todo garantizar la equidad de género en las candidaturas de los cinco municipios más poblados del estado. Eso sí sería un avance. 

Las diputadas no solamente están obligadas a demostrar que pueden con este cargo y todas sus responsabilidades, sino que deben evitar que les quiten las comisiones importantes, que sean quienes lideren las negociaciones, que sean las coordinadoras de sus bancadas, que decidan los requisitos para los futuros nombramientos, que sean la cara del Congreso, que manden y no que estén esperando órdenes, porque seis de cada 10 curules son de mujeres, y eso debe notarse. 

Deben comenzar su lucha evitando ser relegadas a las comisiones menos importantes, a las de protocolo y evitarles la tribuna, porque ahora ellas deben ser la voz fuerte y firme del Congreso, y poner el ejemplo para todo el país. Ojalá que no les estemos pidiendo mucho y que nos sorprendan con sus buenos resultados y con una serie de logros que demuestren la valía de las mujeres en la política, y que pueden hacer mejor política que la impulsada por ellos. 

Que se preparen, que sepan usar la tribuna, que no permitan que les arrebaten lo ganado y que no se dividan entre ellas. Lo peor sería el fuego de género. Dejen un buen legado que cambie esquemas para las que vienen atrás. 

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jl/I