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La falta de concertación ante el rebrote de Covid

El 24 de marzo de 2020 dio inicio la campaña ¡Quédate en Casa!, con lo que, en nuestro país, se reconocía que los efectos de la pandemia SARS-CoV-2, Covid-19, había tocado suelo nacional y a partir de ese momento se generaron acciones, de muy diversa naturaleza y por diferentes actores, para intentar enfrentar uno de los desafíos de salud más importantes y trascendentales de las últimas décadas en nuestro país. 

La seriedad y letalidad de la epidemia avanzaba de manera persistente y con gran velocidad, no así las disposiciones de las acciones y muy lejanamente, de estrategias, para definir las medidas de contención. Un elemento se evidenció de temprana forma y era el hecho de considerar quién tendría el control de este asunto que, en sus inicios, solamente trataba de controlar un tema de salud al que el organismo creado por la actual administración para enfrentar un escenario como éste, quedó desplazado a un lugar sin voz ni voto, como lo fue el Instituto de Salud para el Bienestar, que con la estructura administrativa correcta no constituyó ningún órgano de consulta utilizado en el desarrollo de medidas de contención de la pandemia. 

Se construyó un equipo administrativo para la contención y se nombró a un subsecretario de Salud como el vocero para atender las preguntas relacionadas con los efectos del Covid-19 en nuestro país. Las improvisaciones se convirtieron en un tema, no solamente de México, sino del plano internacional que enfrentaba una crisis global con efectos no previstos y respecto de los cuales se requirió una correlación de diferentes actores para enfrentar los efectos, no solamente en la salud, sino en toda la trama de la vida social, económica y cultural como la conocemos hasta ahora. Internacionalmente, los choques entre científicos y políticos dieron por resultado una modulación respecto de los ensayos que se ponían a prueba en la contención de la crisis. 

En México, un actor asumió un papel de relevancia en la obtención de las intenciones de envíos de vacunas a nuestro país, el secretario de Relaciones Exteriores. Es decir, la dimensión técnica administrativa se superponía a la científico-sanitaria. De las 5 mil muertes estimadas en el inicio del trance sanitario hemos llegado a más de 230 mil con lo que se observa que las políticas de arranque, al no tener cambio en relación con el comportamiento efectivo de la crisis, nunca fueron a la par del escenario real de contención. 

Se anuncia que hay 43 millones de personas vacunadas, lo que significaría en realidad 21.5 millones, en la medida en que el grueso de las vacunas se realiza en dos tomas, de forma que solamente faltan 100 millones de mexicanos por vacunarse. 

El incremento de enfermedades que se ha generado en las últimas semanas, en las que se han realizado cambios en el color del semáforo epidemiológico, no ha venido con medidas de organización efectivas que logren redefinir el sistema de reincorporación de muchas de las actividades económicas y sociales que, sin duda, después de un periodo de un año y tres meses, generan fatiga e incertidumbre a la población. 

En el último mes se ha reflejado un incremento en la actividad viral de Covid en Baja California Sur, Campeche, Quintana Roo, Sinaloa, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y Yucatán. El ritmo de vacunación que hasta antes de las elecciones registró su cifra récord de un millón de vacunas en un día, tuvo una sensible baja postelectoral a un ritmo de 380 mil vacunas por día. 

El lento ritmo de vacunación, el número de población que aún no es atendida y el retorno de actividades productivas en diferentes partes del país, requieren definitivamente un tema que hasta el momento no ha hecho su aparición, la concertación entre los diferentes ámbitos de responsabilidad constitucional sobre la materia. El repunte de contagios no debería ser un elemento tomado a la ligera. 

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