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Plaza pública

Desde hace años, la Procuraduría Federal del Consumidor tiene un programa llamado Quién es Quién en los Precios. 

Este esquema, de acuerdo con la propia dependencia gubernamental, “recaba y difunde información de precios de productos de consumo regular en el hogar” para ofrecer datos que permitan a las personas tomar decisiones de compra. 

Para recabar la información, la Profeco sigue un esquema y si bien señala que las variaciones de los precios pueden ocurrir de un día a otro, se pueden considerar como datos serios, pues siempre hay un método confiable. 

Pues parece que, siguiendo la esencia de esta idea, este miércoles se llegó el día en que, desde la Presidencia, en la conferencia matutina de Andrés Manuel López Obrador, se presentó Quién es Quién en las Mentiras de la Semana, una sección en la que se hace una revisión de medios, periodistas, influencers y anexos de acuerdo con criterios que aún no quedan muy claros. 

Sobre ello, el mandatario dijo: “Nada de mentir, que haya en el periodismo ética, que el noble oficio del periodismo sea un imperativo ético, además de que se asuma la responsabilidad de que se le debe respeto a la gente, que no se puede mentir impunemente”. 

Durante este segmento se presentaron notas (y tuits y columnas, todas en el mismo saco, como si tuvieran las mismas características) en las que, si seguimos lo dicho por López Obrador, se miente impunemente. Acoto que, en el caso de los trabajos periodísticos analizados, estos fueron publicados por medios a los que el presidente ha tachado en más de una ocasión de conservadores, de opositores, pero más allá de esto, ¿cómo podemos saber que dicen mentiras? En serio… ¿cómo? 

La responsable de este nuevo espacio, Ana Elizabeth García Vilchis, abrió la presentación y definió ese espacio como “una plaza pública”. Sí, una plaza pública en la que, también dijo, “se trata de informar con la verdad”. Sí, informar con la verdad… desde el poder. 

No alcanzo a entender el objetivo real, el trasfondo de este ejercicio presidencial, pero en los hechos, en la labor diaria de mis compañeros reporteros me ha quedado claro que hay personas que los atacan por hacer su trabajo, los catalogan –a ellos y a los medios en los que trabajamos– de corruptos, de vendidos, de mentirosos… y el discurso oficial desde la parte más alta del poder en México sólo abona a polarizar y enrarecer un ambiente de por sí más que complicado para ejercer el periodismo. 

En cualquier clase seria de periodismo, si se analizan los medios, nos enseñan cuáles son los criterios para catalogarlos de tal o cual manera. ¿No tendrían entonces que darse a conocer esos parámetros que, sea la Presidencia o García Vilchis, están tomando para este ejercicio, si es que precisamente se quiere abonar a la verdad y a la discusión en la “plaza pública”? 

Más allá. Creo que un presidente, un gobernador, un alcalde ni nadie que esté en el poder tendrían por qué erigirse como juez del periodismo. No tendrían por qué hablar así a la ligera de conceptos como “ética”, “verdad” o “mentira”. Quienes trabajamos en los medios, lo crean o no quienes están en el poder, los hemos discutido por años. Y nos confrontamos a nosotros mismos, a nuestros compañeros, a nuestros jefes, y estoy segura de que la mayoría queremos hacer un buen trabajo, algo que trascienda y, si se puede, esté al servicio de las personas que lo necesiten. 

De paso, en su llamada “plaza pública”, García Vilchis se regodeó en la burla e hizo descalificaciones a destajo. Basta escuchar cuando refiere “la mención honorífica” de la categoría “El Pinocho de la Semana” y la sorna con la que enfatiza que se va a inscribir a referidos periodistas a “nado sincronizado” en las olimpiadas, de donde “seguramente nos traen la medalla de oro”. 

Espero que este escarnio no termine haciendo de las personas Fuenteovejuna, y de los periodistas, el comendador. 

Un país ya de por sí confrontado no necesita más choques. 

No lo merecemos. 

Nadie. 

 

Twitter: @perlavelasco

jl/I