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Pandemia y resiliencia

Si ya las y los mexicanos cotidianamente vivíamos situaciones adversas como la violencia, penurias económicas, discriminación, entre otras, la pandemia de Covid-19 vino a agravarnos más la vida con contagios, muertes, secuelas de la enfermedad (trastornos pulmonares y trastornos cerebrales), pérdidas económicas, pérdidas de empleos, entre otros males. 

Ante ello, algunos importantes personajes de los gobiernos estatales y federal, así como del Legislativo, han manifestado en repetidas ocasiones que las y los mexicanos saldremos adelante porque somos resilientes. Estas manifestaciones se convierten en buenos deseos, pues tendríamos que investigar científicamente como estamos y estaremos saliendo de estas situaciones adversas. Ciertamente sí saldremos, pero si la gran mayoría está saliendo o saldrá afectada, deteriorada, infeliz, claro que no somos resilientes. 

Este concepto de resiliencia, por su importancia, se ha puesto de moda, pero con una visión simplista. La resiliencia sí implica salir adelante, pero fortalecidos, y no es suficiente el que una persona se lo proponga, se requieren una serie de elementos individuales, familiares y comunitarios. 

De acuerdo a Aldo Melillo, se requiere que el sujeto en su proceso de vida desarrolle los pilares de la resiliencia: autoestima consistente, capacidad de relacionarse, creatividad, iniciativa, independencia, humor, moralidad, introspección y capacidad de pensamiento crítico. 

Además, Elbio Suárez, Ana de la Jara y Claudia Márquez identifican los pilares de la resiliencia comunitaria: solidaridad, honestidad, identidad cultural, humor social y autoestima colectiva. 

Con pandemia o sin pandemia, las autoridades federales, estatales y municipales, a través de las instituciones educativas, de salud y de asistencia social, deberían promover la resiliencia de las y los mexicanos. En este sentido, la atención a la pandemia debería ser integral para salir adelante y fortalecidos, pero lamentablemente la corta visión, la ignorancia y la negligencia de las autoridades ha favorecido una orientación parcial en los esfuerzos para prevenir e intervenir, buscando sólo reducir el número de contagios y evitar muertes.  

Incluso en estos aspectos, retomando la honestidad como un elemento importante, millones de mexicanos, quienes desconfían en los políticos, están rechazando el vacunarse, lo que dificulta más el control de la pandemia y que esta se prolongue. 

Por lo tanto, en los equipos de toma de decisiones y en los trabajos operativos comunitarios deberían participar psicólogos capacitados que hagan diferencia y no solo personal médico, y después de la pandemia deben incluirse estos aspectos de salud mental en las políticas públicas, programas y acciones de gobierno. 

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