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¿Estás a favor o contra AMLO?

Una pregunta que ronda en el país y en el gremio periodístico, atiza discusiones; a veces tensas o acaloradas. Posturas irreconciliables en torno a la interrogante han roto amistades, empujan a desconfiar de quien piensa distinto, a descalificarlo o estereotiparlo, a pintar la raya. Los grandes debates o enfrentamientos políticos e ideológicos en el exterior repercuten en el interior de las vibrantes salas de redacción. La reflexión sería normal y saludable si existiera el marco para escucharnos. Pero no suele ser así. 

La pregunta que circula y que exige, para quienes la sueltan, un sí o un no puntual, es: ¿estás a favor o en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO)? La respuesta, se demanda, debe ser tajante. A veces se orienta a lealtades o no a una política editorial. En contra o a favor. No hay medias tintas ni matices, se argumenta. No hay terceras posibilidades, se asegura. Su construcción y reclamo es similar la pregunta reiterada del mandatario federal: ¿estás con la 4T o no? O, también, ¿estás o no contra mí? Detrás de una visión irreductible se puede colocar al interpelado frente al paredón o alejarlo de los fusiles del interrogatorio. 

Querer argumentar otras posibilidades a veces genera duras interpelaciones de los que defienden un sí o el no; un sí o un no que en ocasiones conduce a extremos resbaladizos. La intolerancia puede encubrir a quien interpela si no se responde como éste desea. Es fácil, y subrayo que en este caso y otros similares, caer en una trampa. 

Los seres humanos colocamos barreras o divisiones a prácticamente todo. Son límites tocables o invisibles, aduanas reales o mentales, como las lingüísticas. No solemos pensar en eso. Parece normal. Tiene sus ventajas una frontera: una es que permite el desarrollo de la ciencia, al separar o descomponer partes de un todo y analizarlas. En ciertas situaciones y contextos, que quede claro, es necesario e importante responder afirmativa o negativamente. Una de sus desventajas es que, como sucede en la comunicación humana, puede orientar a evaluar al cuestionado como un adversario o enemigo. Un mecanismo lingüístico de construcción de la realidad es el pensamiento binario. Un sí o un no tiene ventajas, como sucede en el mundo de la informática, pero en las relaciones interpersonales puede atrapar al otro en la categoría de sospechoso, riesgoso o peligroso. A menos que quien pregunta busque eso. 

La pregunta de si estás en contra o no de López Obrador encubre el patrón lingüístico llamado ilusión de alternativas, que consiste en suponer que sólo existen dos posibilidades de respuesta contrarias entre sí. Lo hallamos en discursos, como los políticos o religiosos. El ardid reduce el complejo mundo a respuestas simples y categóricas.  

En el caso de los periodistas es mejor pregunta ¿cómo hacer periodismo de calidad, sea con López Obrador u otros funcionarios de cualquier nivel de gobierno, partido o institución? El enfoque es diferente. Abre posibilidades de diálogo. Sitúa en perspectiva que es posible fomentar un mejor periodismo, en definir qué entendemos por periodismo de calidad, en revisar las relaciones de periodistas y medios informativos con los poderes, a tal vez formular una autocrítica, a reflexionar sobre la responsabilidad con las audiencias, a rebelarnos ante las lógicas políticas de ignominia de quienes disputan cualquier poder, en adaptar al contexto las políticas editoriales o a primero reflexionar en torno a lo que sucede En las empresas, por ejemplo. Y tal vez no se pierdan amigos, no se acabe arrinconado en un medio o agredido por intolerantes en redes sociales. 

Una mala pregunta puede tener efectos perniciosos. Afortunadamente son posibles otras formas de repensar. 

Twitter: @SergioRenedDios

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